Dios te salve, pueblo mío.
Te vas quedando sin aliento, tanta gente que te mira, viene a ti de visita y después te olvida.
Llovió y el calvario se acortó, de grande pasó a chico. Por las eras, pintadas de verde, algunas campanillas se abren aquí y allá, rompiendo en una sonrisa la monotonía del paisaje.
Oh qué mañana de Pascua ha amanecido, señores, que la reina de los cielos, por el campo tira flores.............
El paisanaje, se va marchando, el domingo avanza y hemos de hacer viaje. Con la mirada ausente, las orejas sordas, (no escuchemos a nadie) sonrisa triste y un poco de mala leche, el pie a fondo, salimos camino del calvario más grande, el calvario de todos los días, horarios, broncas, rutinas, ruidos y mucha gente, gente que te rodea, que no te ve aunque te mira, en fin ciudades. El yugo aprieta.
El pueblo, otra vez en silencio, dormita.
Tasio pasea con el perro y allá, según comenta, una vieja estampa familiar, se recorta en el horizonte. Entre los trigos, Amaro, cogiendo pa los conejos, a la espalda el saco y la zoleta en la mano, aquí me agacho por una mata de amapolas o unas acederas, después me levanto y mientra busco y rebusco me bebo con paz, el aroma del campo.
Tasio, ¿escuchaste cantar alondras, corujas, jilgueros, golondrinas o vencejos? ¿Viste a la chirlera haciendo nido en el lindero? ¿Bebiste la alegría del campo nuevo?
En estos días, en el campo de nuestro pueblo, si te paras a escuchar, oirás retumbar.... el silencio.
Te vas quedando sin aliento, tanta gente que te mira, viene a ti de visita y después te olvida.
Llovió y el calvario se acortó, de grande pasó a chico. Por las eras, pintadas de verde, algunas campanillas se abren aquí y allá, rompiendo en una sonrisa la monotonía del paisaje.
Oh qué mañana de Pascua ha amanecido, señores, que la reina de los cielos, por el campo tira flores.............
El paisanaje, se va marchando, el domingo avanza y hemos de hacer viaje. Con la mirada ausente, las orejas sordas, (no escuchemos a nadie) sonrisa triste y un poco de mala leche, el pie a fondo, salimos camino del calvario más grande, el calvario de todos los días, horarios, broncas, rutinas, ruidos y mucha gente, gente que te rodea, que no te ve aunque te mira, en fin ciudades. El yugo aprieta.
El pueblo, otra vez en silencio, dormita.
Tasio pasea con el perro y allá, según comenta, una vieja estampa familiar, se recorta en el horizonte. Entre los trigos, Amaro, cogiendo pa los conejos, a la espalda el saco y la zoleta en la mano, aquí me agacho por una mata de amapolas o unas acederas, después me levanto y mientra busco y rebusco me bebo con paz, el aroma del campo.
Tasio, ¿escuchaste cantar alondras, corujas, jilgueros, golondrinas o vencejos? ¿Viste a la chirlera haciendo nido en el lindero? ¿Bebiste la alegría del campo nuevo?
En estos días, en el campo de nuestro pueblo, si te paras a escuchar, oirás retumbar.... el silencio.