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SANTA CRISTINA DE VALMADRIGAL: San Silvestre. ...

San Silvestre.
Último día del año. Frío, tarde de sol.
¿Cuántos años ya? Muchísimos.
Un carro pequeño tirado por un burro también pequeño. De pie en el carro, Minervino, alto, delgado, cómico, vestido de media fiesta, con una enorme cuelga que aunque le daba varias vueltas, como esos collares enormes que algunas mujeres se atreven aponerse al cuello en algunas ocasiones, le llegaba por las rodillas o quizá más abajo.
Cogiendo el ramál del burro y conduciendo el carro, el tío Hermino. A los lados y detrás va una tropa de hombres todos de cierta edad que de tanto en tanto, cuando se para el carro, hacen reverencias y todo tipo de saludos al hombre del carro, Minervino, que les responden con los mismos exagerados gestos. Ni que decir tiene que los chiquillos del pueblo estábamos todos siguiendo la procesión, unos con sorna y otros con la boca abierta, aquello no lo habíamos visto nunca; el tío Minervino, un hombre que siempre que nos acercábamos al salón de Marina para ver algo del baile, o al bar nos asustaba de mala manera y salíamos corriendo a la máxima velocidad que daban las piernas, y el tío Hermino, que era un hombre sumamente serio, estaban haciendo las cosas más cómicas, monerías sin cuento y celebrando el no sé qué número de cumpleaños de el Sr. Minervino.
Otro momento que no se va de la mente.
Ahora se celebran innumerables carreras por las calles de pueblos y ciudades para celebrar San Silvestre, pero han llegado tarde, antes ya había gente con humor, con mucho humor, que celebraban el último día del año.