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SANTA CRISTINA DE VALMADRIGAL: Me cuentan que el otro día, hubo recuento en el cielo,...

Me cuentan que el otro día, hubo recuento en el cielo, y Dios le comentó a San Pedro que entre los justos que ya en el cielo estaban, echaba en falta a uno al que había mandado llamar varias veces, pero que en el último momento, siempre había cambiado de opinión, y le había dejado un tiempo más en la tierra por ver si con otra dura prueba más,—fueron muchas las que le mandó— le cambiaba un poco el carácter, y dejaba de nombrarle tanto, pues sepáis que nadie en la tierra, tuvo tan frecuentemente el nombre de Dios en su boca como él lo hacía, pues era raro que una frase corta no lo llevara incluido, y si esto pasaba, lo ponía al final, como remate de la frase que fuere, viniere o no a cuento; pero lo hacía con benevolencia, nunca sonaba a blasfemia, pues no es lo mismo decir “me cago en” que “cauen…”y si la lengua se trababa un poco, siempre lo hacía en el cauen… nunca en Dios; por eso me atrevo a decir, incluso a jugarme un pelo del bigote, que nunca nadie mentó tanto a la divinidad como él lo hizo, y juro que no lo hacía con ánimo de ofender, pues ese verbo nunca supo conjugarlo.
Y se oye decir que el otro día le llamó Dios, y al fin acudió a Su presencia; dicen también, que los perros no ladraron, si no que lloraban, que lloraban de pena, y que en el camino al cielo—camino que siempre han guardado los perros buenos — los que salieron a su encuentro, le lamían las sandalias, porque siempre fue bueno con ellos, y contaban también que al llegar al cielo, San Pedro le estaba esperando a la puerta con un gran recibimiento, y que él le dijo a San Pedro, que le agradecía mucho la deferencia, pero si era posible, no hubieren grandes alharacas, que él era hombre del llano, amante del campo y el silencio.
Y aún así hubo fiesta en el cielo, y en el pueblo queda el recuerdo de un hombre a quien nunca hubieron de pedir favores, pues siempre llegaba antes con el remedio.
Y así se despide de ti, Alegre, quien entre las altas fiebres vio de ti esos gestos, cundo todos pensaban que estaba entre dormido y muerto, y por eso certifico, que lo que digo es cierto, y de lo que cuentan, y dicen, y comentan, no sé si será verdad, pero yo, yo me lo creo.