En la mañana fresa cerca del Pajuelo.
Tumbado boca arriba, mirando al cielo, buscaba las alondras que antaño se perdían en el azul inmenso, que en la alta primavera era mi universo.
En el azul intenso del cielo, ni vi alondra ni escuché gorjeo.
Cerré cansados los ojos y los párpados entornados dejaban pasar los recuerdos.
Días felices, sublimes momentos.
Los minutos pasaron, me acogió el sueño.
En sueños vi pasar figuras que están muy lejos.
Y vi pasar sombras aladas que no eran vencejos.
Eran figuras de azul y plata que en el espacio flotaban.
Figuras de algunos amigos muertos.
Se miraban, me miraban, sonrieron… y se fueron.
¡Qué lejos estoy de los vivos y qué cerca tengo los muertos!
¡Qué loco estás, Rogelio!
Tumbado boca arriba, mirando al cielo, buscaba las alondras que antaño se perdían en el azul inmenso, que en la alta primavera era mi universo.
En el azul intenso del cielo, ni vi alondra ni escuché gorjeo.
Cerré cansados los ojos y los párpados entornados dejaban pasar los recuerdos.
Días felices, sublimes momentos.
Los minutos pasaron, me acogió el sueño.
En sueños vi pasar figuras que están muy lejos.
Y vi pasar sombras aladas que no eran vencejos.
Eran figuras de azul y plata que en el espacio flotaban.
Figuras de algunos amigos muertos.
Se miraban, me miraban, sonrieron… y se fueron.
¡Qué lejos estoy de los vivos y qué cerca tengo los muertos!
¡Qué loco estás, Rogelio!