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SANTA CRISTINA DE VALMADRIGAL: Y una noche vieron asustados el cielo encendido; y...

Y una noche vieron asustados el cielo encendido; y decían que las estrellas caían…
Cosas de viejos…Ya todos muertos. Sí pero…
La vida, la esperanza, los sueños…
Los viejos vicios…
Mirón, mirón, siempre mirando, mirón…y a veces viendo.
¿De la esperanza dices?
No sé, la llevo ya tan usada, tan manoseada; como siempre ha venido conmigo…
En el pecho llevo guardado un secreto viejo ya, y casi olvidado.
Y aquel atardecer de luz incierta…
El del buen vino me debía una botellina para compartir con algunos amigos
Éramos jóvenes entonces, ahora ya…mejor olvidemos.
En el árbol de la esperanza crece la vida…
El hacerse viejo es bueno. La vida te enseña tanto…
Yo no quiero cambiar ni futuro ni pasado.
Pero a veces veo lo que se aproxima, y me estremezco.
¡Ay, en el vientre de la mujer, crece la vida!
La esperanza está siempre a tu lado…
Sí, la mía siempre viene conmigo.
Al salir de misa charla la gente; la parte grande, mira, sonríe, miente… o mejor, quizá solo dice una parte de su verdad.
A mis amigos les ha dado por hacerse viejos, y un día, casi sin darse cuenta, vieron que el tiempo que les habían regalado, se iba terminando.
Y se fueron; algunos rezungando.
Otros se han ido sin llegar a viejos…
Yo no sé hasta cuando tendré tiempo…pero mientras sople el viento, la vela hinchada y a todo trapo navegando por el océano de la vida.
Dormilón, dormido en la noche clara, y soñando sueños deshilachados.
En el rincón de la tía Paulina, ¡cuántas mañanas con el sol de invierno escuchando historias!
Han venido los Húngaros y traen un oso que baila, y un perro, y una cabra, y por la noche iremos al circo; lo harán en el solón de Marina.
Pantalones cortos y un jersey viejo; fuera del sol, hace un frio…
La felicidad necesita tan poco…
Sin esperanza, la vida es un árbol seco.
Sin fe no hay esperanza, ni alegría y la vida está vacía…
¿Dónde estarán mis amigas de ayer?
¡Las amé tanto…con un amor tan profundo…aunque fuera solo un segundo!
¡Qué guapa estabas, María, aquella tarde de otoño cuando el sol caía sobre el mar dormido. Si pudiera una noche soñar contigo!
Amores se van marchando…ah Maritrini, aquel Vals de Otoño, cómo me hacía temblar.
Camino al cementerio me llevan mis pasos, en una noche de ensueño en