Esta mañana de agosto, fresca y limpia, me ha traído a la memoria otras tan parecidas que viví cuando la barba se insinuaba en mi cara.
14 de agosto: final de trilla obligado y a la llegada de la noche principio de la fiesta.
Corros de mozos por las esquinas. Mozas en grupos, cogidas del brazo paseando calle arriba.
Aires de fiesta bajo la luz amarillenta de las bombillas.
Dicen que después de cenar, habrá baile en el salón de Marina.
Ahora, con la barba blanca, que me afeito para disimularla, con el fresco de esta mañana en mi espalda, (cómo echo en falta aquel jersey con tantos agujeros que me acompañaba en los días veraniegos colgado casi siempre de un lateral del carro) busco por los caminos retazos de momentos felices que me quedaron esparcidos por los campos, caminos, eras, calles y plaza.
Busco el calor del medio día en la trilla y el rocío de la mañana en los pies medio descalzos.
El olor de la mies trillada, y el olor de la yerba mojada por el rocío de la mañana.
Y quiero lavarme en la palangana, y que me repase mi madre por si me ha quedado alguna mancha, y escuchar sus reprimendas, y ver todo el amor en su mirada.
Y las campanas al vuelo llamando a misa, y aquel olor de colonia, y aquellas prisas.
Y quiero presumir ante las chicas de mi estampa…y conseguir que me mire la más guapa.
¡Ay, cuánto costaba una mirada!
Y por la noche en el baile, zascandilear por las esquinas entre las luces y las sombras, entre el polvo y las parejas que bailan en la plaza.
Esta noche del 15, en la plaza, me esconderé tras una sombra imaginada, para ver si se repite la historia.
¡Cuántos amigos tendré en el baile y no podré saludar! ¿Me podréis perdonar?
Don Miguel, está a punto de caer uno más. FELICIDADES!
En el baile vermut echaremos un botellín a tu salud, aunque no lo pagues tú.
Cosas de la vida.
14 de agosto: final de trilla obligado y a la llegada de la noche principio de la fiesta.
Corros de mozos por las esquinas. Mozas en grupos, cogidas del brazo paseando calle arriba.
Aires de fiesta bajo la luz amarillenta de las bombillas.
Dicen que después de cenar, habrá baile en el salón de Marina.
Ahora, con la barba blanca, que me afeito para disimularla, con el fresco de esta mañana en mi espalda, (cómo echo en falta aquel jersey con tantos agujeros que me acompañaba en los días veraniegos colgado casi siempre de un lateral del carro) busco por los caminos retazos de momentos felices que me quedaron esparcidos por los campos, caminos, eras, calles y plaza.
Busco el calor del medio día en la trilla y el rocío de la mañana en los pies medio descalzos.
El olor de la mies trillada, y el olor de la yerba mojada por el rocío de la mañana.
Y quiero lavarme en la palangana, y que me repase mi madre por si me ha quedado alguna mancha, y escuchar sus reprimendas, y ver todo el amor en su mirada.
Y las campanas al vuelo llamando a misa, y aquel olor de colonia, y aquellas prisas.
Y quiero presumir ante las chicas de mi estampa…y conseguir que me mire la más guapa.
¡Ay, cuánto costaba una mirada!
Y por la noche en el baile, zascandilear por las esquinas entre las luces y las sombras, entre el polvo y las parejas que bailan en la plaza.
Esta noche del 15, en la plaza, me esconderé tras una sombra imaginada, para ver si se repite la historia.
¡Cuántos amigos tendré en el baile y no podré saludar! ¿Me podréis perdonar?
Don Miguel, está a punto de caer uno más. FELICIDADES!
En el baile vermut echaremos un botellín a tu salud, aunque no lo pagues tú.
Cosas de la vida.