Se ha echado a rodar un viejo sabor que añoro todos los años cuando el verano ha sido largo y pesado. Aquel sabor de fresco en la boca y la piel, húmedo y frío, que lleva en el aire la lluvia que se esconde entre los relámpagos de la tormenta que se anuncia en la negrura de la noche.
Otros veranos pasaron también largos y duros, y dejaron huellas en mi alma que no se han borrado con el paso de los años. Años que son casi un vida; una vida que es la mía, y también, las de otros muchos con los que conviví, con quienes quise mucho, con los que viví, bebí, amé, discutí, sentí y, de los que me han separado, de unos, la vida, de otros, la muerte, y alguno, tristemente, solo el olvido.
El paso del tiempo, ese inseparable compañero que siempre llevamos a nuestro lado, invisible y callado, a veces, no sé por qué, nos permite ver retazos de nuestras vidas en los sueños soñados ya, y revividos.
Caen ya las primeras gotas de lluvia entre una fresca brisa.
El cielo se ilumina con los relámpagos, los truenos se escuchan ya no muy lejanos.
Quizá sea la hora de apagar todo, y en la noche iluminada a trozos, cerrar los ojos, y en el silencio, entrar en comunión con la madre naturaleza y el Padre que la creo.
Mañana aún tiene que llegar. Hoy es una fiesta; ¡a disfrutar!
Otros veranos pasaron también largos y duros, y dejaron huellas en mi alma que no se han borrado con el paso de los años. Años que son casi un vida; una vida que es la mía, y también, las de otros muchos con los que conviví, con quienes quise mucho, con los que viví, bebí, amé, discutí, sentí y, de los que me han separado, de unos, la vida, de otros, la muerte, y alguno, tristemente, solo el olvido.
El paso del tiempo, ese inseparable compañero que siempre llevamos a nuestro lado, invisible y callado, a veces, no sé por qué, nos permite ver retazos de nuestras vidas en los sueños soñados ya, y revividos.
Caen ya las primeras gotas de lluvia entre una fresca brisa.
El cielo se ilumina con los relámpagos, los truenos se escuchan ya no muy lejanos.
Quizá sea la hora de apagar todo, y en la noche iluminada a trozos, cerrar los ojos, y en el silencio, entrar en comunión con la madre naturaleza y el Padre que la creo.
Mañana aún tiene que llegar. Hoy es una fiesta; ¡a disfrutar!