La
naturaleza es muestra esquiva con el viajero ocasional, como a una mujer a la que se la ha de probar con detalles que se la quiere, se la ha de acompañar en el frío
invierno, la explosiva y verde
primavera, en el calor extremo del
verano, y en la bella decadencia del
otoño, para que se muestre seductora y nos susurre sus secretos mas íntimos. Si no volvemos a visitarla a menudo imagina infidelidades en nuestra ausencia y el temor que la podamos sustituir en nuestro corazón por otro lugar, otra
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