Contra el racismo y la xenofobia lo mejor es viajar. Ver lo mucho que nos parecemos los seres humanos en diferentes partes del mundo, que hay mucho más que nos une que nos separa con otras culturas. También se dice que para conocer un país hay que vivir la vida cotidiana de ese país y no visitarlo como turista. Pedro Llamas Rodrigo en su libro “China lo que no le han contado”, libro que presentó este verano en la semana cultural de Santamar nos cuenta toda una vida, sus experiencias con otras culturas, las costumbres, leyendas, creencias y sistemas políticos de los países en que ha vivido, no olvidando nunca a su tierra y demostrando un inmenso amor por el pueblo que nació, Santa María del Rio. No hay libro malo y este libro lo confirma plenamente. Si tengo que hacer una crítica al libro o decir lo menos que me ha gustado es que analizando el libro y partiendo yo del otro extremo ideológico del que tiene el autor me parece que con frecuencia el libro cae en el sesgo de confirmación (tendencia a favorecer la información que confirma las propias creencias) y a encontrar soluciones muy fáciles a problemas que presentan muchas aristas. Pero como autocritica puede que yo en este momento al escribir estas líneas este cayendo también en el mismo sesgo que critico.
Lo más valoro es que desde las primeras páginas del libro se ve la gran pasión que procesa el autor a vivir nuevas experiencias, a seguir aprendiendo, su vitalidad y optimismo contagiosos y pensar siempre que sus opiniones están abiertas al debate constructivo con otras personas que piensan diferente a él. En definitiva un libro muy recomendable. Os dejo un párrafo del libro que me gusto especialmente sobre una leyenda china a modo de introducción.
(Zhao Gongmimg es el dios de la riqueza) …Este dios es el más popular entre el pueblo chino y de él existen numerosas leyendas que explican su origen y su complicada vida. Contaré una de ellas que me sorprendió bastante cuando la conocí.
Se acercó al templo una persona, que a simple vista parecía un pordiosero¬, por su aspecto desgreñado, desaliñado y sucio, a rogar al dios de la riqueza. Este se sintió un poco disgustado, porque a su entrada no le había ofrecido nada ni encendido ningún pebete.
El dios pensaba que no era un pordiosero, por lo que no le atendía. Sus ojos permanecían cerrados por considerar que aquella persona no compren¬día la costumbre de la fiesta, al no ofrecerle nada, y sus ropas dejaban mucho que desear en cuanto al mínimo respeto que exigía estar aseado. Allí se encontraba invisible, la esposa del dios de la riqueza. Como no participaba en el poder de su marido, no podía solucionar nada. No obstante, hizo lo que pudo. Se compadecía y sentía lástima por él. Se le ocurrió que lo mejor que podía hacer era arrojar sus pendientes de oro al lado del dudoso mendigo. El pordiosero, viendo los pendientes cercanos a él los tomó, pensando que el dios de la riqueza había oído sus ruegos. El dios de la riqueza abrió entonces los ojos y vio que su esposa había dado al mendigo aquellas joyas Entonces se enfadó tanto que inmediatamente se divorció. Y desde ese día el dios no ayudó más a los pobres. De ahí la creencia del pueblo chino de que el dios de la riqueza solamente ayuda a los ricos, aunque la mayoría de los chinos sigue visitando templos y suplicándole. Quizás tenga algo que ver con el dicho chino que afirma que “Nunca es muy temprano para despedir a los dioses ni es muy tarde para invitarlos a que retornen”
Lo más valoro es que desde las primeras páginas del libro se ve la gran pasión que procesa el autor a vivir nuevas experiencias, a seguir aprendiendo, su vitalidad y optimismo contagiosos y pensar siempre que sus opiniones están abiertas al debate constructivo con otras personas que piensan diferente a él. En definitiva un libro muy recomendable. Os dejo un párrafo del libro que me gusto especialmente sobre una leyenda china a modo de introducción.
(Zhao Gongmimg es el dios de la riqueza) …Este dios es el más popular entre el pueblo chino y de él existen numerosas leyendas que explican su origen y su complicada vida. Contaré una de ellas que me sorprendió bastante cuando la conocí.
Se acercó al templo una persona, que a simple vista parecía un pordiosero¬, por su aspecto desgreñado, desaliñado y sucio, a rogar al dios de la riqueza. Este se sintió un poco disgustado, porque a su entrada no le había ofrecido nada ni encendido ningún pebete.
El dios pensaba que no era un pordiosero, por lo que no le atendía. Sus ojos permanecían cerrados por considerar que aquella persona no compren¬día la costumbre de la fiesta, al no ofrecerle nada, y sus ropas dejaban mucho que desear en cuanto al mínimo respeto que exigía estar aseado. Allí se encontraba invisible, la esposa del dios de la riqueza. Como no participaba en el poder de su marido, no podía solucionar nada. No obstante, hizo lo que pudo. Se compadecía y sentía lástima por él. Se le ocurrió que lo mejor que podía hacer era arrojar sus pendientes de oro al lado del dudoso mendigo. El pordiosero, viendo los pendientes cercanos a él los tomó, pensando que el dios de la riqueza había oído sus ruegos. El dios de la riqueza abrió entonces los ojos y vio que su esposa había dado al mendigo aquellas joyas Entonces se enfadó tanto que inmediatamente se divorció. Y desde ese día el dios no ayudó más a los pobres. De ahí la creencia del pueblo chino de que el dios de la riqueza solamente ayuda a los ricos, aunque la mayoría de los chinos sigue visitando templos y suplicándole. Quizás tenga algo que ver con el dicho chino que afirma que “Nunca es muy temprano para despedir a los dioses ni es muy tarde para invitarlos a que retornen”