Estas
iglesias pequeñitas de
pueblos son muy bonitas (yo diría que
todas lo son, pero sólo he visto unas pocas).
A la de Santibáñez he ido a misa alguna vez de cuando fui de cría. Me
acuerdo de lo mal que lo pasábamos cuando alguno de los mayores del
pueblo se sentaba en la parte de atrás y se quedaba dormido. Si empezaba
a roncar siempre nos daba la risa y era pura tortura tener que aguantar
sin soltar la carcajada.:-)
Ana