No exageramos si decimos que los primeros asentamientos de Turienzo se remontan a épocas
romanas o incluso prerromanas del periodo de los
pueblos astures y de la cultura castreña. A través de diferentes documentos, estudios y otras
fuentes de
información que han llegado a nosotros de la mano del historiador bembibrense Manuel Olano, sabemos que "Turienzo" posiblemente deriva del latín "Turgentium" que significa hinchazón, punto elevado o abultado. Imaginamos que con el paso de los siglos del latín pasó a castellano antiguo y así sucesivamente a su nombre actual de la siguiente forma:
Tur-gen-tium - latín vulgar (por pronunciación desaparece la "m" del final y la "u" deriva en "o")
Tur-gen-tio - derivación del latín
medieval (la "g" se deriva en "j" y la "t" en "z")
Tur-jen-zio - declinación de la lengua (la "j" deriva en "i" y desaparece la última "i").
Tur-ien-zo - dando lugar a Turienzo, su nombre actual.
Una prueba geográfica de su
antigüedad es el lugar denominado "LAS TORCAS" y "EL CASTRO DEL RECHANO", en Las Torcas los
romanos ya extraían el oro y en el castro, posiblemente tuvo lugar el primer asentamiento que dio lugar a "Turgentium"
A lo largo de los siglos posteriores, aproximadamente hacia el siglo III - IV, se dejaron de explotar las
minas de oro por los romanos, probablemente debido ya a la decadencia del imperio y estos se fueron dejándonos muchos de sus vestigios.
Las
costumbres se fueron cristianizando, pues Roma ya había abrazado al cristianismo y la cristianización iba tomando las riendas de los diferentes lugares de la zona, conviviendo durante algún tiempo aún con el culto a los Dioses paganos. Ya en la alta edad media, a partir del siglo VII, es cuando aparecen los primeros
ermitaños y cenobitas en los
montes del Bierzo. Uno de ellos fue
San Fructuoso, se conoce su vida por San Valerio (uno de sus discípulos), este ermitaño se estableció en el
valle de Compludo, viviendo en una
cueva y haciendo duras penitencias. Llegó a ser obispo de Braga (
Portugal), pero antes fundaría en nuestras tierras el
monasterio de Compludo y el de San Pedro de Montes que formarían parte de la región conocida por el nombre de Tebaida berciana. Años más tarde monjes y eremitas llegarían a ser los impulsores de la construcción de las diferentes edificaciones monásticas o
ermitas. Dos siglos más tarde sería San Genadio, seguidor de Fructuoso y de Valerio, quien restauraría el Monasterio de San Pedro de Montes y fue quien fundó allá por el año 912 el monasterio de "San Pedro y San Pablo de Castañeda", entre San Pedro y Turienzo. Su ubicación aproximada estaría en el lugar denominado "Salas" o "La Sala", posteriormente sería restaurado por el Obispo Odario en el 960. Es a partir de ese momento cuando las crónicas monásticas aluden a la existencia en el año 980 de Turienzo,
San Pedro Castañero y San Martín del Valle de Magaz y en el 1190 a
Santo Sebastiano, núcleos poblacionales que fueron la génesis de aquel movimiento repoblador, del que hoy tan solo perduran los dos primeros.
San Martín del Valle de Magaz se ubicaba en “La Chana de San Martín”. Luego, al ser desamparada la población por sus habitantes en el s. XIII el templo eclesial se transformó en ermita, subsistiendo hasta el año 1745. Hace algunas décadas se localizó su necrópolis en el antiguo
camino de San Pedro Castañero. Santo Sebastiano, que podríamos adjetivar como el
Barrio de Arriba de
Turienzo Castañero, se hallaba en las inmediaciones de las Torcas y al igual que ocurriera con San Martín, sus moradores lo abandonaron en aquellos tiempos, pasando a residir en la actual ubicación de Turienzo. La
iglesia como no podía ser de otra manera, se trocó en ermita, de ahí que al visitar la localidad el obispo Fr. Crisóstomo de Vargas en el año 1727 mencione que fue iglesia titular.
En esta
capilla se rendía culto a los
Santos Mártires San Fabián y San Sebastián y también a San Andrés Apóstol. Aquí tenían además sus panteones los Castro y los Barrientos, que eran los linajes más representativos de la población en el siglo XVI. Su demolición acontece en 1753 ante la carencia de numerario por el concejo para asumir el coste de la rehabilitación. Una
cruz erigida en su solar permitió mantener viva su memoria durante algún tiempo. Se desconoce el motivo del porque la cruz fue trasladada al actual Barrio de Arriba pues el lugar de la ubicación de la ermita, se sitúa casi con toda probabilidad en el Castro del rechano muy próximo de donde se cree estuvo el Barrio de Santo Sebastiano.. La ermita y su barrio se perdieron para siempre en las páginas del libro del eterno olvido.
En otro paraje, el de San Antolino que se asentaba a la vera del “Camino Real” a
Castropodame fue donde existió otra ermita hasta el año 1754, (ermita de San Antolín) fue éste el templo eclesial de otro poblado desaparecido igualmente en la Baja Edad Media.
Podemos darle igual fin a la ermita de la Vera Cruz o del Santo
Cristo de Turienzo, que había sido erigida en el s. XVI por el concejo del lugar y subsistió hasta el s. XIX y en la que se veneraba entre otras efigies a un Ecce Homo, que por su notable antigüedad el obispo pidió en 1823 que se apartase del culto y se enterrase en dicha ermita “poniendo la
columna de esta ymagen a la de la
parroquia que esta sin ella” en memoria de esta ermita permanece la cruz de la
plaza del Santo Cristo.
La relación de Turienzo con el Camino de Santiago es posible que se remonte en el tiempo al s. X, documentándose en el año 1190 una heredad llamada “Santiago”, situada entre “Salas” y “Raigada”, aseveración que vendrían a avalar las menciones posteriores de “Valdesantiago” y “Capil de rromans” o “Capilla de los peregrinos”, además, la talla de Santiago Peregrino que se conserva en la iglesia parroquial de Turienzo Castañero, corrobora lo expuesto.
Ese viejo camino que venía de Foncebadón y se adentraba en El Bierzo por las demarcaciones de San Pedro y Turienzo Castañero, buscaba la ruta de “Valdesantiago”, dominada estrategicamente desde “El Castro de Álvaro Alonso”, emplazado en “La Corona de los Castros” y en cuyo término se levantaba “La Capil de Romans” o “Capilla de los Peregrinos”, oratorio en que se veneraba a la imagen de Santiago Peregrino. Derrotero que se unía en “La Chana de San Martín” con el procedente de Fonfría del Pero y que desde
San Andrés de las Puentes se dirigía a
Viloria, para hollar “San Martín del Valle de Magaz” y proseguir con dirección a
Matachana.
Si la influencia del Camino de Santiago ha dejado su impronta en la localidad, lo mismo podríamos decir de la ejercida por los señoríos de
Bembibre y San Pedro Castañero, administrados por los Enríquez y los Mendaña, al igual que la que gira en torno a los linajes Castro y Barrientos, que forjaron su devenir histórico y encumbraron a lo más alto a la pequeña nobleza local, a una aristocracia que extendió su dominio más allá de nuestras costas.
No estaría demás evocar a algunos grandes personajes del s. XVI de Turienzo como fueron:
- Juan de Castro, mayordomo del Conde de Alba de Aliste, señor de Bembibre y fundador de la capilla de los Castro o de
Santa Catalina y San Andrés Apóstol.
- Martín de Barrientos, notario mayor, encomendero y prestamista en Potosí, en el Virreinato de
Perú, y patrono de las
capillas de los Barrientos de Cobrana, Congosto y Ponferrada.
El barrio de abajo se encontraba situado en los alrededores de "La Fontanica" situado hacia el valle, denominado Barrio de San Pelayo en honor a su ermita y la que hoy es actual Parroquia de San Pelayo.
Turienzo sufrió en 1779 un importante incendio, en el mismo se quemaron mas del 70% de las
casas del
pueblo, por ello todas las casas solariegas y blasonadas que había por entonces, el fuego se las arrebató al pueblo. La miseria y grandes dificultades se adueñaron de las gentes del lugar, teniendo éstas que pedir ayuda a otros pueblos vecinos para sobrevivir. No habían transcurrido apenas 30 años y de nuevo las tropas francesas en Junio de 1809, arrasaron todo cuanto se encontraba a su paso, en este caso Turienzo quedó otra vez casi destruido y desolado. Podríamos seguir hablando del periplo histórico de esta población y relatar más avatares históricos y rememorar los desastres de la Guerra de la Independencia en Turienzo, pero Turienzo se levantó una vez más, no con el mismo esplendor que había tenido, ya que casi comenzó de nuevo.. La ermita se amplió convirtiéndose en la parroquia de San Pelayo y de lo demás no quedó ni rastro. Todo lo que hoy vemos y las edificaciones más antiguas, están reconstruidas muchas de ellas sobre las
ruinas de las anteriores. Turienzo esconde en sus entrañas un pasado muy poco afortunado, pero en cambio si una larga
historia que es digna de conocer por sus gentes.
Agradecimientos del Pueblo de Turienzo al Historiador D. Manuel Olano Pastor.. por tanta historia.