EL CAMPAMENTO DE LA LEGIO X GEMINA EN ASTORGA
Astorga, la antigua Asturica Augusta romana, está situada sobre un cerro en
forma de espigón de 868 m. de elevación, en el interfluvio de los ríos Jerga y Tuerto.
Su emplazamiento se buscó en el límite Noroccidental de la Meseta Norte, al
borde mismo de terrenos de naturaleza muy diversa: los Montes de León y Sierra
de la Cabrera al oeste y Suroeste y las campiñas aluviales que rellenan el noroeste
de la Cuenca del Duero al este. Esta posición estratégica la convierte en una encrucijada
en las comunicaciones entre la Submeseta Norte y Galicia.
La ciudad de Asturica Augusta, capital del conventus Asturum, es mencionada
por diversas fuentes clásicas, entre las que destacan Ptolomeo (Geog. II, 6, 35) y
Plinio (NH III, 28), que la define como «magnifica urbe». El Itinerario de Antonino la
menciona en repetidas ocasiones como mansio de varias vías —XVII, XVIII, XIX,
XX, XXVI, XXVII, XXXII, XXXIV— que confluían en la ciudad desde las principales
ciudades hispanorromanas para, desde allí, dirigirse a otros enclaves del noroeste
de Hispania, como Lucus Augusti o Bracara Augusta (Roldán 1975, passim). Por
su parte, el Ravennate alude a la ciudad en uno de sus itinerarios (Ravennate, IV,
45: 355-375). A partir del siglo III d. C. vamos a encontrar referencias a la ciudad en
Cipriano, Obispo de Cartago (c. 200-c. 258) (Epist. 67 tit), Hidacio (c. 388-470)
(Cont. chron. Hieron. 173, 186; Olymp. CCCVI, 130: XXI) e Isidoro, obispo de
Sevilla (c. 560-636) (Hist. Goth. 21 y 16, en Mom. Germ. auct. antiq. XI, Chron. min.
II, p. 279-280, además de en las Actas de diferentes Concilios, donde aparece la
firma de los obispos asturicenses (González Alonso, 2002: passim).
Aunque ya en 1925 M. Gómez-Moreno, partiendo del análisis de las evidencias
epigráficas, apuntaba que el origen de la posterior ciudad de Asturica Augusta debió
ser un campamento de la legio X gemina (1925: 8-22), la mayoría de investigadores
posteriores ha considerado Astorga como una ciudad de origen indígena,
ya que en su trama urbana actual no se apreciaba nada que remitiera a un urbanismo
ordenado (Luengo, 1956/61: 152-153; Pastor, 1976: 70-73; Palol, 1976:
270; García y Bellido et alii, 1987: 39). Aunque en los alrededores se conocen varios
poblados de la Edad del Hierro, y aún anteriores, lo cierto es que hasta el moÁNGEL
MORILLO CERDÁN
86 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma
Serie II, Historia Antigua, t. 16, 2003
mento las numerosas excavaciones arqueológicas efectuadas dentro de la ciudad
no han revelado ningún indicio que pueda considerarse como prerromano, por lo
que debemos descartar que en su solar existiera nunca un establecimiento indígena.
No obstante, ya desde los años setenta, frente a los que postulaban un origen
indígena para la ciudad, autores como Mañanes abogaban por un origen campamental
(Mañanes, 1983: 12-13; 1983/84: 215). Asimismo, la mayoría de los historiadores
que se han ocupado de las Guerras Cántabras sitúa en Astorga uno de
los campamentos de la contienda (cf. Morillo, 1991: 163-164). El argumento fundamental
de esta hipótesis es un pasaje de Floro citado de forma reiterada y casi
automática al hablar del supuesto origen campamental de algunas ciudades del
norte peninsular: « (Augusto)... quien recelando del amparo ofrecido por los montes
en que se refugiaban (los indígenas), les ordenó habitar y establecerse en los campamentos
situados en la llanura. Allí había el consejo del pueblo, y aquel poblado
recibía los honores de capital» (Epitome rei militari II, 33, 59-60). Debido a la posición
concreta que ocupa este pasaje en la narración de Floro, inmediatamente
después de la campaña contra los astures que culmina con la toma de Lancia, la
investigación ha considerado que hace referencia a Asturica Augusta, más tarde
principal ciudad astur y capital del convento jurídico (Schulten, 1943: 154; Mañanes,
1976: 77-78; Le Roux, 1982: 75).
Ya hemos señalado recientemente (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 39-
40) que la exégesis textual parece no haber reparado que entre la derrota astur en
Lancia y el pasaje que hemos reproducido anteriormente, Floro realiza una consideración
general sobre el final de la guerra, que se aplica al conjunto de los pueblos
derrotados, aunque más tarde vuelva a referirse en particular a los astures en
relación con la explotación de los recursos auríferos (Epit. II, 33, 60). De cualquier
forma, no podemos considerar esta cita como una prueba directa del carácter
militar de Astorga durante las guerras de conquista, tal y como algunos autores han
propuesto.
La hipótesis sobre el origen militar de la ciudad de Asturica se fundamentaba
asimismo en el hallazgo de varios epígrafes funerarios de soldados de la legio X
gemina reutilizados en la obra de la muralla bajoimperial de la ciudad (Tranoy,
1981: 139-140). La transformación ulterior del campamento en capital del convento
jurídico pudo actuar como polo de atracción regional para veteranos licenciados del
ejército, por lo que no podemos distinguir si estos testimonios funerarios pertenecen
a soldados en activo o a dichos veteranos (Morillo & García Marcos, 2000:
597). Pero hasta hace pocos años faltaban argumentos auténticamente arqueológicos
que probaran el origen militar de Asturica Augusta.
Astorga, la antigua Asturica Augusta romana, está situada sobre un cerro en
forma de espigón de 868 m. de elevación, en el interfluvio de los ríos Jerga y Tuerto.
Su emplazamiento se buscó en el límite Noroccidental de la Meseta Norte, al
borde mismo de terrenos de naturaleza muy diversa: los Montes de León y Sierra
de la Cabrera al oeste y Suroeste y las campiñas aluviales que rellenan el noroeste
de la Cuenca del Duero al este. Esta posición estratégica la convierte en una encrucijada
en las comunicaciones entre la Submeseta Norte y Galicia.
La ciudad de Asturica Augusta, capital del conventus Asturum, es mencionada
por diversas fuentes clásicas, entre las que destacan Ptolomeo (Geog. II, 6, 35) y
Plinio (NH III, 28), que la define como «magnifica urbe». El Itinerario de Antonino la
menciona en repetidas ocasiones como mansio de varias vías —XVII, XVIII, XIX,
XX, XXVI, XXVII, XXXII, XXXIV— que confluían en la ciudad desde las principales
ciudades hispanorromanas para, desde allí, dirigirse a otros enclaves del noroeste
de Hispania, como Lucus Augusti o Bracara Augusta (Roldán 1975, passim). Por
su parte, el Ravennate alude a la ciudad en uno de sus itinerarios (Ravennate, IV,
45: 355-375). A partir del siglo III d. C. vamos a encontrar referencias a la ciudad en
Cipriano, Obispo de Cartago (c. 200-c. 258) (Epist. 67 tit), Hidacio (c. 388-470)
(Cont. chron. Hieron. 173, 186; Olymp. CCCVI, 130: XXI) e Isidoro, obispo de
Sevilla (c. 560-636) (Hist. Goth. 21 y 16, en Mom. Germ. auct. antiq. XI, Chron. min.
II, p. 279-280, además de en las Actas de diferentes Concilios, donde aparece la
firma de los obispos asturicenses (González Alonso, 2002: passim).
Aunque ya en 1925 M. Gómez-Moreno, partiendo del análisis de las evidencias
epigráficas, apuntaba que el origen de la posterior ciudad de Asturica Augusta debió
ser un campamento de la legio X gemina (1925: 8-22), la mayoría de investigadores
posteriores ha considerado Astorga como una ciudad de origen indígena,
ya que en su trama urbana actual no se apreciaba nada que remitiera a un urbanismo
ordenado (Luengo, 1956/61: 152-153; Pastor, 1976: 70-73; Palol, 1976:
270; García y Bellido et alii, 1987: 39). Aunque en los alrededores se conocen varios
poblados de la Edad del Hierro, y aún anteriores, lo cierto es que hasta el moÁNGEL
MORILLO CERDÁN
86 © UNED. Espacio, Tiempo y Forma
Serie II, Historia Antigua, t. 16, 2003
mento las numerosas excavaciones arqueológicas efectuadas dentro de la ciudad
no han revelado ningún indicio que pueda considerarse como prerromano, por lo
que debemos descartar que en su solar existiera nunca un establecimiento indígena.
No obstante, ya desde los años setenta, frente a los que postulaban un origen
indígena para la ciudad, autores como Mañanes abogaban por un origen campamental
(Mañanes, 1983: 12-13; 1983/84: 215). Asimismo, la mayoría de los historiadores
que se han ocupado de las Guerras Cántabras sitúa en Astorga uno de
los campamentos de la contienda (cf. Morillo, 1991: 163-164). El argumento fundamental
de esta hipótesis es un pasaje de Floro citado de forma reiterada y casi
automática al hablar del supuesto origen campamental de algunas ciudades del
norte peninsular: « (Augusto)... quien recelando del amparo ofrecido por los montes
en que se refugiaban (los indígenas), les ordenó habitar y establecerse en los campamentos
situados en la llanura. Allí había el consejo del pueblo, y aquel poblado
recibía los honores de capital» (Epitome rei militari II, 33, 59-60). Debido a la posición
concreta que ocupa este pasaje en la narración de Floro, inmediatamente
después de la campaña contra los astures que culmina con la toma de Lancia, la
investigación ha considerado que hace referencia a Asturica Augusta, más tarde
principal ciudad astur y capital del convento jurídico (Schulten, 1943: 154; Mañanes,
1976: 77-78; Le Roux, 1982: 75).
Ya hemos señalado recientemente (Fernández Ochoa & Morillo, 1999: 39-
40) que la exégesis textual parece no haber reparado que entre la derrota astur en
Lancia y el pasaje que hemos reproducido anteriormente, Floro realiza una consideración
general sobre el final de la guerra, que se aplica al conjunto de los pueblos
derrotados, aunque más tarde vuelva a referirse en particular a los astures en
relación con la explotación de los recursos auríferos (Epit. II, 33, 60). De cualquier
forma, no podemos considerar esta cita como una prueba directa del carácter
militar de Astorga durante las guerras de conquista, tal y como algunos autores han
propuesto.
La hipótesis sobre el origen militar de la ciudad de Asturica se fundamentaba
asimismo en el hallazgo de varios epígrafes funerarios de soldados de la legio X
gemina reutilizados en la obra de la muralla bajoimperial de la ciudad (Tranoy,
1981: 139-140). La transformación ulterior del campamento en capital del convento
jurídico pudo actuar como polo de atracción regional para veteranos licenciados del
ejército, por lo que no podemos distinguir si estos testimonios funerarios pertenecen
a soldados en activo o a dichos veteranos (Morillo & García Marcos, 2000:
597). Pero hasta hace pocos años faltaban argumentos auténticamente arqueológicos
que probaran el origen militar de Asturica Augusta.