
Los primitivos pobladores, se dedicaban a una
ganadería a base de pastoreo, por claros condicionantes físicos, aunque no desconocían el cultivo de cereales y del lino.
La presencia
romana produjo una gran riqueza aurífera que La
Cabrera tenía, que se repetirá a lo largo de la
historía por constituir un foco de especial importancia estratégica y económica.
En la época visigoda destaca la profusa presencia de un monaquismo floreciente que se plasma en numerosas construcciones de carácter religioso, abundancia que contrasta con la realidad de los pocos vestigios arquitectónicos encontrados.
La presencia musulmana se justifica por tratarse de una zona estratégica, encontrandose documentada la existencia de un Conde de La Cabrera con jurisdicción feudal sobre la región y la existencia de tres señorios.
En la Edad Media, al irse trasladando Las Cortes portuguesas hacia el Sur e ir perdiendo influencia el Reino de
León, La Cabrera se conforma como una zona marginal de los
caminos clásicos a
Portugal,
Galicia o el Norte y de ahí surge como consecuencia una práctica escasez de conocimientos y la progresiva carencia de transcendencia en contraste con el floreciente desarrollo de la cultura prerromana y romana.
Como conclusión, podemos decir que la comarca ha jugado un importante papel a lo largo, tanto de la historía como de la prehistoría, por su riqueza minera y por su posición estratégica, que han supuesto un desarrollo para la economía de la zona desde la época romana hasta la Edad Media con el auge monacal.
Será a partir de este momento cuando se abandone el puesto relevante que a lo largo de los siglos habia desempeñado para ser relegada a un segundo plano, que se vió agudizado por la Guerra Civil, y posteriormente con la crisis sufrida por el
campo español.
Esta situación se plasmó en La Cabrera, que vivió un proceso de desertización humana patente hoy en día y plasmado en una población
joven con tendencia a la emigración en busca de trabajo en el sector servicios, frente al agrícola.
No obstante, en las últimas décadas la esperanza vuelve a resurgir en la zona que se ha visto dotada de una importante infraestructura de comunicaciones, primordialmente en los núcleos más poblados (que no es el caso de
Valdavido), que la sitúan en la linea de desarrollo que nunca debió abandonar.
La Cabrera podría ser descrita como una comarca de grandes contrastes donde coexisten, en pocos kilómetros de distancia los más dispares modos de vida, si bién como rasgo común a todos los núcleos que la forman, cabe destacar el notable acervo cultural que disponen.
Bibliografía:
La Cabrera:
tradición y cultura. Ed.,Universidad de León. Inmaculada Aladro Majúa (1991).
Itinerarios por La Cabrera. Ed.,Lancia. Ramón Lozano (1996)