Terminando los días de este año marrano, pasan cosas que no me dan el placer que otrora me dieran. Sí, aniversario, brindis, buenos deseos de amigos en la distancia, y fe y esperanza y ganas de seguir que aún me quedan, pero en el otro plato de la balanza se van amontonando crespones negros, adioses sin presencia, imágenes de luz de una tarde agosteña, mientras la voz que vuela por el espacio se queda en una conversación llena de buenos deseos, de ánimos, de palabras cansadas que dejan escapar agradecimiento ... (ver texto completo)