Si queréis ver algo realmente típico, pasad por este
pueblo el primer fin de semana de agosto.
Su espíritu de principal pueblo arriero se mantiene entre sus gentes, que han sabido conjugar actualidad y
tradición.
Siempre encontraréis a alguien en sus
calles, dispuesto a daros la bienvenida y a haceros partícipes de sus
costumbres.
Os aseguro que es imposible sentirse forastero aquí.