No sólo me resulta bonita esta
foto sinó que, además, me trae a la memoria recuerdos de niño (niño criado en ciudad). Rondaría yo los 8 o 9 años cuando descubrí por primera vez, para mi gran sorpresa, que aquellas cositas redondas de un
color negro atemorizante y defendidas por afilados espinos se podían recolectar y
comer gratuitamente. Excelente sabor y divertimento; comí muchas y me lo pasé mejor. Pero lo que no me esperaba yo era la bronca de mi abuela al llegar a
casa: sí, tambien aprendí ¡que
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