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VEGA DE GORDON: Repasando las fotos ésta me trae a la memoria un bonito...

Repasando las fotos ésta me trae a la memoria un bonito y curioso recuerdo de mi abuelo, Vega y mi juventud:

Allá por los principios de los ochenta cuando en mi activa adolescencia de chico de ciudad, como todos los veranos cambiaba deseoso la asfaltada y tórrida ciudad de Valladolid por el fresco y sugestivo pueblo con muchísimo entusiasmo. Mi muy querido abuelo Laudelino - que en la Gloria esté- por aquellos entonces ya estaba jubilado y se entretenía cada día a su manera haciendo pequeñas tareas en la casa y en las tierras; huelga decir que no sólo se entretenía él sinó que también me "entretenía" a mí (no fuese que el "aburrimiento" en esa etapa de la mocedad me dejara una "huella perjudicial" indeleble para mi salud).

Uno de esos días calurosos de verano recuerdo que mi abuelo me dijo con voz tranquila y llana: "venga coje el carretillo que vamos a llevar el arado a vender"; ¡recuerdo que ni idea tenía yo de qué era eso de un arado!; ¡ni idea para qué servía!; ¡ni idea de para qué se iba a vender esa cosa de maderas hecha con un picudo hierro viejo tan pesado!; por su puesto que no sabía ni entendía nada de aquello; pero como tampoco me atraía la idea de preguntar sobre un armatoste tan grande y feo, decidí obedecer sin preguntar; así que montamos el centenario arado en el carretillo y empecé a pujar por él calle abajo; Recuerdo -como si fuera hoy mismo- que, nada mas pasar la Plazoleta, en el transcurso del trayecto mi abuelo -como sí hablase consigo mismo- pronunció en voz alta una frase que se me quedó gravada a fuego en la memoria a pesar de no entenderla; dijo: " ¡si el abuelo levantara la cabeza y viese que vamos a vender el arado a peso!". Aquella frase quedó flotando en mi inconsciente hasta que, bastantes años después y estudiando historia económica de España, de repente, supe y comprendí no sólo lo que aquél artilugio era sinó, además, todo lo que significaba aquella misteriosa frase.

Entonces comprendí, clarísimamente, todo lo mucho que la agricultura nacional había cambiado en tan poco tiempo...; pero - y en prolongación -: no sólo la agricultura, sinó además, nosotros mismos, nuestras constumbres, nustra forma de vida,..., ¡todo!.