En toda la su monta[ñ]a
de Trasmoz a Veratón
non ví tan gentil serrana.
Partiendo de Conejares,
allá susso en la montaña,
çerca de la Travessaña,
camino de Trasovares,
encontré moça loçana
poco más acá de Añón
riberas de una fontana.
Traía saya apretada,
muy bien pressa en la cintura;
a guisa d'Estremadura
çinta, e collera labrada.
Dixe: "Dios te salve, hermana;
Aunque vengas de Aragón,
desta serás castellana."
Respondióme: "Cavallero,
non penseis que me tenedes,
ca primero provaredes
este mi dardo pedrero;
ca después desta semana
fago bodas con Antón,
vaquerizo de Morana."
Buenos dias Mario
Que tengas un bonito dia
Un Abrazoooooooooooooo
de Trasmoz a Veratón
non ví tan gentil serrana.
Partiendo de Conejares,
allá susso en la montaña,
çerca de la Travessaña,
camino de Trasovares,
encontré moça loçana
poco más acá de Añón
riberas de una fontana.
Traía saya apretada,
muy bien pressa en la cintura;
a guisa d'Estremadura
çinta, e collera labrada.
Dixe: "Dios te salve, hermana;
Aunque vengas de Aragón,
desta serás castellana."
Respondióme: "Cavallero,
non penseis que me tenedes,
ca primero provaredes
este mi dardo pedrero;
ca después desta semana
fago bodas con Antón,
vaquerizo de Morana."
Buenos dias Mario
Que tengas un bonito dia
Un Abrazoooooooooooooo
Hola Victoria, es un placer leer todos los días unos versos, gracias. Que tengas buen descanso y hasta mañana. Un abrazo
Mario buenas noches
Que descanses y hasta mañana
XVIII
La región intermedia de los cielos, donde mora el espíritu,
resplandece de música lumínica;
Ahí donde florece la música pura y blanca, se deleita mi Señor;
Ante la maravillosa efulgencia de cada pelo de Su cuerpo
se opaca el brillo de millones de soles y lunas.
Una ciudad se levanta en esa orilla
donde se derrama sin cesar la lluvia de néctar.
Dice Kabir:
“ ¡Acércate, oh Dharmadas,
y contempla el glorioso Durbar de mi Seññor!”
Que descanses y hasta mañana
XVIII
La región intermedia de los cielos, donde mora el espíritu,
resplandece de música lumínica;
Ahí donde florece la música pura y blanca, se deleita mi Señor;
Ante la maravillosa efulgencia de cada pelo de Su cuerpo
se opaca el brillo de millones de soles y lunas.
Una ciudad se levanta en esa orilla
donde se derrama sin cesar la lluvia de néctar.
Dice Kabir:
“ ¡Acércate, oh Dharmadas,
y contempla el glorioso Durbar de mi Seññor!”