Ir al alto del Coto, era alegría, - que a la vista el
paisaje regalaba. - Todo "el Cuchillo" en su extensión mostraba - sus colinas de sol y de la umbría.
Más allá de
Busdongo retenía - nuestra pupila el
monte que empinaba - su joroba de monstruo, y que oficiaba - de guardián legendario y de vigía.
Pero, niños al fin, nuestro embeleso - era mirar pasar en la hondonada, - para el norte o el sur, el
tren expreso.
y ver nuestra atención reconcentrada - en la boca del
túnel, que humo espeso -
dábale al viento en fiera bocanada. CÁNDIDO GARCÍA.