VILLABANDIN: Supongo que se podría hacer un pequeño museo de aperos...

Supongo que se podría hacer un pequeño museo de aperos de labranza y utensilios básicos de las labores más rudimentarias que se hacían en el pueblo y que están quedando en el olvido, por ejemplo, pero creo que ahora está en desuso. su último cometido fue báscula para pesar el ganado vacuno, pero su auténtica actividad y para lo que se construyó fue, lechería.
Allí de forma sorprenderte se separaba la grasa de la leche.
En una máquina de tan asombrosa como sencilla tecnología se separaba como digo la nata del suero de leche (debura). No podría yo explicar su funcionamiento, se vertía la leche en un depósito y dando a una manivela, la leche iba cayendo a través de una especie de embudos colocados en retahíla sobrepuestos que la filtraba mientras iba cayendo el suero por un grifo y la nata por otro.
La debura se aprovechaba para los cerdos y los perros, la nata se vendía y era la fuente principal de ingresos para las cosas básicas del hogar: azúcar, gafé, aceite...
Se iba a desnatar la leche por la mañana y ésta era una tarea de las mujeres, si lo hacía algún hombre era porque su mujer estaba enferma o de viaje. Allí él se sentía desubicado, en inferioridad de condiciones, incluso las mujeres le dejaban saltarse la vez para que se fuera pronto, sabedoras de su incomodidad.
A pesar de que siempre tenían tareas por hacer, éste era un rato de relax, de confidencias y chismorreo para ellas. según afinidades se hacían corrillos o no y divagaban sobre lo divino y sobre lo humano, de costura y de hortalizas, de cocina y de embarazos, de la radionovela o de la última homilía y siempre mirando de soslayo a ver si la ropa tendida como nos denominaban captábamos el tema debatido.
Lo que más me gustaba era ver cómo se fregaba todo al final, la persona encargada de la lechería desmembraba la máquina y lavaba pieza por pieza, después enfilaba los embudos en un palo, los aclaraba en el pilón que había en la lechería y los dejaba en el mismo palo secando para el día siguiente, cuando empezaba otra vez la rutina, quizá con algo nuevo de qué hablar.