VILLABANDIN: Así tan cuidada como está ahora, catedral parce. Si...

Así tan cuidada como está ahora, catedral parce. Si las piedras hablaran cuántas cosas nos dirían. Cuántas celebraciones de vida y de muerte. Ahora por desgracia más de las últimas, pero cuando éramos pequeños predominaban los bautizos.
Cuánto hemos jugado en el pórtico cuando llovía y subido por la escalera oscura del campanario que daba tanto miedo, a mí por lo menos. Aguantarse las ganas de tocar las campanas cuando subíamos y lo respetábamos a rajatabla, porque no se podía confundir a la gente. Si tocaban era por algo concreto y a tener en cuenta. Lo peor era que tocasen a muerto, a todos se nos encogía el alma. La muerte de cualquier ser humano nos disminuye que diría John Donne pero en un lugar tan pequeño como ése donde los lazos de convivencia se hacían tan fraternales, cada fallecido era como de la propia familia y no hacía falta preguntarse por quién doblaban, doblaban por cada uno de nosotros. Pero sobre todo tocaban a misa a celebración a día más relajado, a ponerse guapos… Y no digamos el día de Corpus, volteando toda la procesión. Siempre me encantó el sonido de nuestras campanas. También lo hacían para avisar de quehaceres: ir a concejo, a caminos, porque había fuego…
¿Por qué echamos tanto de menos las vivencias de la infancia?