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VILLACALABUEY: CRITICA PICTORICA DE CARLOS ETXEBA SOBRE EL CADRO “Villacalabuey”...

CRITICA PICTORICA DE CARLOS ETXEBA SOBRE EL CADRO “Villacalabuey” DE ALBERTO ROGRIGO

Cuando un pintor se especializa en un tema a lo largo de los años sobre todo en acuarela sabe enseguida qué color tiene que tocar con el pincel para que se produzca en un santiamén el efecto colorístico deseado, sin tener que realizar numerosos retoques que entorpezcan la visión final del cuadro.
Es una agilidad mental que caracteriza a los acuarelistas. La mano del pintor realiza un movimiento rapidísimo y aparece el color exacto deseado. Ese es el requerimiento de la acuarela, una pintura que lleva en su misma esencia la frescura rápida del efecto deseado.
Si es un día nublado en un segundo aparecen en el lienzo las nieblas que auguran un día lluvioso, pero que todavía están saturándose y preñándose en el fondo del cielo. De un momento a otro comenzarán a caer los gotas de lluvia. Todo permanece bajo un delicado e indecible manto de humedad finísimo que el viento podría romper de un momento a otro.
Si es un día soleado el pintor rápidamente toca con el pincel los colores cálidos de la paleta y apenas sin darnos cuenta resalta en el cielo la luz solar que ilumina el cuadro y que lo llena de colores cálidos. Los colores se abrillantan, los edificios se iluminan, la tierra, la mar y el cielo cobran una nueva dimensión con un color inusitado y esplendoroso.
En este cuadro el pintor se ha puesto a pintar delante del pueblo de Villacalabuey. Hace muchísimo calor. Un calor veraniego sofocante y el pintor rápidamente escoge su paleta una mezcla de colores ocres, blancos, cárdenos y amarillos.
Lo principal es expresar la vetustez de las viviendas del puelo, unas casas que sobreviven a pesar de los años que aguantan a sus espaldas, unas casas que han sobrevivido a muchas reformas y que han sido testigos mudos de muchas vidas que han circulado por sus calles.
El cielo en los cuadros es como el espejo donde se mira el paisaje. De él dimanan el tipo de luz, las sombras secretas o semisombras, el esplendor que ha de resaltar en general por todo el cuadro, cuando el astro rey domina el paisaje y lo llena todo de alegría y colorido.
En este cuadro hace tanto calor que el espejo del cielo se está edesvaneciendo y hasta las nubes están doblegándose al calor, curvándose y perdiendo su colorido.
Sólo hay un elemento que sugiere una firmeza vertical en el cuadro: la espadaña de la iglesia que misteriosamente no se sabe cómo puede estar todavía en pie después de tantos años, apoyándose sobre piedras centenarias que la ladean milimétricamente.
Encima de ella un nido espera el revoloteo de las alas de una cigüeña que volvera a posarse y a alegrar con su elevada presencia el cielo caluroso de villacalabuey.
Todo esto es lo que me sugiere el cuadro de Alberto Rodrigo.