Crítica pictórica del cuadro de Alberto Rodrigo titulado “CAMINO DE LA CAÑADA A LAS FUENTES” por Carlos Etxeba
Se trata de un paisaje de Villacalabuey (León) donde Alberto Rodrigo se ha inspirado para hacer una configuración colorística llena de excelentes matices. El pintor ha sabido conjuntar al máximo todos los colores del paisaje armonizándolos para que el cuadro resplandezca cromáticamente. Un sencillo camino que se bifurca a la izquierda y que está rodeado de un sembrado de trigos, da pie al pintor para exaltar los colores y conjuntarlos en una esplendorosa exaltación de la naturaleza.
Apenas hay elementos paisajísticos sobresalientes. Todo es sencillo. Un camino, unos matorrales y unas nieblas al fondo. Las nieblas impiden vislumbrar la lejanía. El pintor aprovecha su color amoratado para hacer resaltar todos los colores amarillos que están en segundo plano, y los rojizos térreos que hay en primer plano.
La sencillez colorística y la profundísima armonización de los colores en los tres planos indicados, son las características primordiales de este cuadro. Es como si el pintor tuviese que haber creado los decorados teatrales para una función colorística que exaltara el espectáculo. Y el espectáculo es espléndido: un paisaje al natural, lleno de extremada belleza.
Se trata de un paisaje de Villacalabuey (León) donde Alberto Rodrigo se ha inspirado para hacer una configuración colorística llena de excelentes matices. El pintor ha sabido conjuntar al máximo todos los colores del paisaje armonizándolos para que el cuadro resplandezca cromáticamente. Un sencillo camino que se bifurca a la izquierda y que está rodeado de un sembrado de trigos, da pie al pintor para exaltar los colores y conjuntarlos en una esplendorosa exaltación de la naturaleza.
Apenas hay elementos paisajísticos sobresalientes. Todo es sencillo. Un camino, unos matorrales y unas nieblas al fondo. Las nieblas impiden vislumbrar la lejanía. El pintor aprovecha su color amoratado para hacer resaltar todos los colores amarillos que están en segundo plano, y los rojizos térreos que hay en primer plano.
La sencillez colorística y la profundísima armonización de los colores en los tres planos indicados, son las características primordiales de este cuadro. Es como si el pintor tuviese que haber creado los decorados teatrales para una función colorística que exaltara el espectáculo. Y el espectáculo es espléndido: un paisaje al natural, lleno de extremada belleza.