CRÍTICA PICTÓRICA AL CUADRO DE ALBERTO RODRIGO TITULADO “EL PUEBLO DESDE LEJOS” POR CARLOS ETXEBA.
Un cuadro titulado "desde lejos" puede relacionarse con una aptitud sicológica al recuerdo. En el recuerdo se ven los acontecimientos desde lejos como difusos, como desprendidos de sus dimensiones reales, como desprovistos de sus particularidades intimistas y provistos solamente de generalidades o dimensiones esenciales.
Cuando un pintor toma la determinación de pintar desde lejos, ha tomado implícitamente la determinación de dejar de enfocar pictóricamente la parte primaria y secundaria del cuadro (que cobran una importancia menor) para enfocar con determinación la parte tercera del cuadro que está en la linea del horizonte y que es el efecto visto desde lejos de un objeto apreciado. Quiere pintar y al mismo tiempo recordar.
Es la sensación que tiene el pintor al acercarse caminando a Villacalabuey. Al final del camino ve el cuadro, se adivina el pueblo donde se encuentran tantas personas queridas. Allí va a encontrar una acogida amistosa, allí le espera el descanso merecido.
El objeto es una hilera horizontal de casas lejanas, empequeñecidas por la distancia, casi difuminadas con los coleres azul del cielo y blanco de las nubes. Los fuertes colores térreos y verdes ocres del primero y segundo plano contrastan con los suaves colores claros del tercer plano, donde ha colocado el punto de mira esencial de la pintura: la espadaña de la iglesia de Villacalabuey que en la mitad del horizonte se yergue majestuosa, para recoger todas las miradas que fluyen imantadas hacia ella. Otro efecto pictórico de este excelente cuadro.
Un cuadro titulado "desde lejos" puede relacionarse con una aptitud sicológica al recuerdo. En el recuerdo se ven los acontecimientos desde lejos como difusos, como desprendidos de sus dimensiones reales, como desprovistos de sus particularidades intimistas y provistos solamente de generalidades o dimensiones esenciales.
Cuando un pintor toma la determinación de pintar desde lejos, ha tomado implícitamente la determinación de dejar de enfocar pictóricamente la parte primaria y secundaria del cuadro (que cobran una importancia menor) para enfocar con determinación la parte tercera del cuadro que está en la linea del horizonte y que es el efecto visto desde lejos de un objeto apreciado. Quiere pintar y al mismo tiempo recordar.
Es la sensación que tiene el pintor al acercarse caminando a Villacalabuey. Al final del camino ve el cuadro, se adivina el pueblo donde se encuentran tantas personas queridas. Allí va a encontrar una acogida amistosa, allí le espera el descanso merecido.
El objeto es una hilera horizontal de casas lejanas, empequeñecidas por la distancia, casi difuminadas con los coleres azul del cielo y blanco de las nubes. Los fuertes colores térreos y verdes ocres del primero y segundo plano contrastan con los suaves colores claros del tercer plano, donde ha colocado el punto de mira esencial de la pintura: la espadaña de la iglesia de Villacalabuey que en la mitad del horizonte se yergue majestuosa, para recoger todas las miradas que fluyen imantadas hacia ella. Otro efecto pictórico de este excelente cuadro.