Relato de la tía Isidora.
“El cuento de la Mostonilla”
Tía Isidora vivía sola en la casa de la Cuestiquina, de donde descendían todos los Alvarez Arias, nuestros abuelos y bisabuelos que, según ella, habían sido una numerosa prole y todos se habían ido casando y abandonando el hogar familiar, unos matrimoniaron en el pueblo, alguno en Bobia, otra en Inicio…. Hasta que llegó un momento en que sólo quedaron en casa su anciano padre y ella que permaneció soltera durante su dilatada existencia (101 años),
Como es ley de vida, su padre, se fue al cielo y, como ella decía la dejó solica con sus miedos y sus manías de solterona. Pasada una temporada en la que su familia, como es natural, la acompañó en todo momento para mitigar su soledad, decidió que ya era tiempo de valerse por si misma y ordenar su existencia de acuerdo con sus gustos.
Contaba que, al principio, se le hizo muy cuesta arriba, pero pasado un mes y cuando ya se las prometía muy felices comenzaron a sonar, sobre todo de noche, unos extraños ruidos en el desván de la casa como de rápidas carreras y arrastrar cosas (S. I. C). El temor y pánico que sintió fue inmediato, pero como era fuerte de ánimo no quiso confiar a nadie sus temores: El ánima de su difunto padre le pedía de esa manera oraciones por su eterno descanso y así comenzó a rezarle rosarios, oraciones y jaculatorias mil que se conocía de corrido, pero con todo y esto los ruidos continuaban, no podía descansar ni comer, se quedó flaca y sin fuerzas físicas pero quería ella sola superar la situación sin meter a nadie en el ajo, pero todo fue inútil y un día en que estaba decidida a contárselo a su hermana Maria-Ángela, que vivía en la Cuesta, al pasar por delante de la casa de Heliodora Nuevo se encontró con el marido de esta: Benito, más conocido como Benitón que, al verla tan triste y deprimida, se interesó por la causa de sus males. Tía Isidora no pudo más y llorando le contó allí mismo sus pesares.
Benito, hombre recio y decidido, se quedo meditando largo rato y al fin le dijo: Esto se va a solucionar muy fácil, ésta noche antes de acostarte coges ese gato pinto tan fuerte y bonito que tienes y lo metes por la trampilla del desván, verás como acaban todos tus problemas de una vez.
Así, tal como se lo pidió Benitón, actuó tía Isidora y, cuenta que una vez el gato en el sobrado, empezaron a oírse unos aullidos y unas carreras interminables hasta que pasado un tiempo que a ella se le antojo eterno, cayó por el hueco el gato agarrado a un raro bichejo sangrante que resultó ser: “una mostonilla” que se aplicaba a capturar roedores y pájaros en el altillo de la casa, causando todos los temores y vueltas de cabeza de la tía que, a partir de ya quedaron curados como por ensalmo.
MOSTONILLA.- Mustélido también conocido como comadreja, Doniciella (en Galicia) etc.
Este es uno de los innumerables relatos con los que nos deleitaba las largas veladas de invierno.
“El cuento de la Mostonilla”
Tía Isidora vivía sola en la casa de la Cuestiquina, de donde descendían todos los Alvarez Arias, nuestros abuelos y bisabuelos que, según ella, habían sido una numerosa prole y todos se habían ido casando y abandonando el hogar familiar, unos matrimoniaron en el pueblo, alguno en Bobia, otra en Inicio…. Hasta que llegó un momento en que sólo quedaron en casa su anciano padre y ella que permaneció soltera durante su dilatada existencia (101 años),
Como es ley de vida, su padre, se fue al cielo y, como ella decía la dejó solica con sus miedos y sus manías de solterona. Pasada una temporada en la que su familia, como es natural, la acompañó en todo momento para mitigar su soledad, decidió que ya era tiempo de valerse por si misma y ordenar su existencia de acuerdo con sus gustos.
Contaba que, al principio, se le hizo muy cuesta arriba, pero pasado un mes y cuando ya se las prometía muy felices comenzaron a sonar, sobre todo de noche, unos extraños ruidos en el desván de la casa como de rápidas carreras y arrastrar cosas (S. I. C). El temor y pánico que sintió fue inmediato, pero como era fuerte de ánimo no quiso confiar a nadie sus temores: El ánima de su difunto padre le pedía de esa manera oraciones por su eterno descanso y así comenzó a rezarle rosarios, oraciones y jaculatorias mil que se conocía de corrido, pero con todo y esto los ruidos continuaban, no podía descansar ni comer, se quedó flaca y sin fuerzas físicas pero quería ella sola superar la situación sin meter a nadie en el ajo, pero todo fue inútil y un día en que estaba decidida a contárselo a su hermana Maria-Ángela, que vivía en la Cuesta, al pasar por delante de la casa de Heliodora Nuevo se encontró con el marido de esta: Benito, más conocido como Benitón que, al verla tan triste y deprimida, se interesó por la causa de sus males. Tía Isidora no pudo más y llorando le contó allí mismo sus pesares.
Benito, hombre recio y decidido, se quedo meditando largo rato y al fin le dijo: Esto se va a solucionar muy fácil, ésta noche antes de acostarte coges ese gato pinto tan fuerte y bonito que tienes y lo metes por la trampilla del desván, verás como acaban todos tus problemas de una vez.
Así, tal como se lo pidió Benitón, actuó tía Isidora y, cuenta que una vez el gato en el sobrado, empezaron a oírse unos aullidos y unas carreras interminables hasta que pasado un tiempo que a ella se le antojo eterno, cayó por el hueco el gato agarrado a un raro bichejo sangrante que resultó ser: “una mostonilla” que se aplicaba a capturar roedores y pájaros en el altillo de la casa, causando todos los temores y vueltas de cabeza de la tía que, a partir de ya quedaron curados como por ensalmo.
MOSTONILLA.- Mustélido también conocido como comadreja, Doniciella (en Galicia) etc.
Este es uno de los innumerables relatos con los que nos deleitaba las largas veladas de invierno.