El Camino blanco forma parte de un cordel de merinas que, con sus cuarenta y cinco varas de anchura, 37,5 metros, atraviesa la vega de Palacio o vega de arriba desde el paraje de los cantos hasta el término de Oterico. Esta vía ganadera con sus correspondientes veredas y coladas constituye la Cañada Occidental leonesa. Por ella cruzaron innumerables rebaños de merinas (recuerdo los del conde de la Oliva, entre otros) en busca de los jugosos pastos de primavera en los puertos de Montrondo, Murias de Paredes, Vivero... Luego regresaban a la Extremadura cuando les corría la nieve.
Cuando el Camino blanco estaba muy transitado y no se lo había comido la hierba, brillaba de una manera muy especial a la luz de la luna llena, rielaba, era un fulgor trémulo. Tal vez ese fenómeno fuera debido a la composición de la arena del suelo en la que entra el caolín y partículas de pirita. Todavía hoy en noches de paseo e insomnio por el lugar, este bello recuerdo y otros muchos, me hacen sentir maás vivo. F. A.
Cuando el Camino blanco estaba muy transitado y no se lo había comido la hierba, brillaba de una manera muy especial a la luz de la luna llena, rielaba, era un fulgor trémulo. Tal vez ese fenómeno fuera debido a la composición de la arena del suelo en la que entra el caolín y partículas de pirita. Todavía hoy en noches de paseo e insomnio por el lugar, este bello recuerdo y otros muchos, me hacen sentir maás vivo. F. A.