El gusto por las cosas:
A medida que pasan los años, la mayoría de los humanos pierden el gusto por las cosas: respiran, comen, beben, caminan, ven, oyen, sin que su conciencia esté presente en estas actividades, se diría que su sensibilidad se ha ido embotando poco a poco. Pero, he ahí que alguien cae gravemente enfermo: durante meses se ve obligado a permanecer inmóvil y aislado en una habitación, llevando una vida vegetativa. Después, un día, por fin, entra en convalecencia, y ahí, de repente, el alimento, el aire, la luz, le parecen deliciosos. ¡Y qué gozo poder desplazarse libremente de nuevo, salir a contemplar el cielo, los árboles y toda la naturaleza, escuchar el viento y el canto de los pájaros!
Éste es el lado bueno de ciertas enfermedades. ¿Pero es acaso razonable esperar a tener un accidente o a caer gravemente enfermo para volver a encontrar el gusto por las cosas?
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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