Al tiempo que mi mano pierde su firmeza,
como síntoma de esos años que me apagan,
mi pensamiento vuela más al pasado que al futuro
y la
sombra de días pasados, vive de nuevo en mi mente
reviviendo un sinfín de días
felices,
ahora la niñez, luego mi
juventud,
y el mañana que pensaba en aquel tiempo,
ese hoy malencarado ante mi, me detiene,
y aquel deseo de llegar me hace de freno,
no vislumbro más allá, mis ojos están viejos,
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