La nieve!, siempre permanente la nieve en los invernos. Y por supuesto, el frío en las habitaciones de las casas, de las que solo se salvaba la cocina. Pero el recuerdo de la nieve me devuelve a la infancia con todo el buen sabor de los bellos recuerdos y de las noches perpetuas de filandones y de partidas en los bares de un pueblo, que para el de fuera puede no gustar, pero que a mi me parece el mejor del mundo.
Hace falta ser emigrante para darse cuenta que los paisajes son lo que son por la memoria que los impregna y por la belleza de los recuerdos. No hay que olvidar que, aunque ya no existan las estampas del pasado, el cerebro las resucita con una singular presencia fantasmagórica y extraordinaria.
Estoy deseando encender el ordenador para que aparezca esta página, y descubrir nuevos comentarios de los que compartieron mi infancia en esa Villaseca que puede con todas las ciudades en las que he estado.
Hace falta ser emigrante para darse cuenta que los paisajes son lo que son por la memoria que los impregna y por la belleza de los recuerdos. No hay que olvidar que, aunque ya no existan las estampas del pasado, el cerebro las resucita con una singular presencia fantasmagórica y extraordinaria.
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