Por casualidad cosa que no es rara en niños, alguien descubrió un pasadizo que iba desde la carnicería de al lado del Central, hasta el prado del Cubano recuerdo que había una tubería bastante grande me imagino que sería de conducción de agua; a oscuras unos detrás de otros y unos con más miedo uno que otros recorríamos el pasadizo, pero por el movimiento y la algarabía de los Guajes se debió de enterar el Cubano y la sorpresa fue que conforme salíamos de uno en uno nos daba tortas y patadas en el culo, pero era más el susto que otra cosa; este hombre de carácter desagradable los guajes de entonces lo bautizamos con el apodo de el “ Galfrarro” un saludo Tino