Portada > Vivir VILLASECA DE LACIANA / Centro de acogida de animales
Las víctimas más inocentes de la crisis del ayuntamiento
Alfonso y su centro de acogida temporal de especies de Villaseca de Laciana en precario
MAURICIO PEÑA
F. Fernández / Villaseca
Alfonso se abraza a Lua —la cierva que le mira como si entendiera todo lo que su amigo comenta,— y dice: “Me muero de pena si me la matan”.
Es evidente que Lua es la niña bonita de este singular lacianiego, el amigo de los animales, ‘el pajarero’ como le dicen coloquialmente en la comarca; pero también resulta evidente que es muy importante Alfonso González para la veterana cierva, que lleva muchos años con él. No hay más que ver cómo le habla, como obedece el animal o reparar en algo que es más que una anécdota.
Justo al lado de la valla que delimita los terrenos de Lua hay un camino ‘grabado’ en el suelo, fruto de haberlo recorrido muchas veces. Y así es. “Es que cuando me ve marchar, cuando le digo adiós, se pasa media hora recorriendo este camino una y otra vez, mirando cómo me alejo”.
- ¿Y no sería mejor soltarla y dejarla libre en el monte?
- Ahora mismo lo haría si supiera que sobrevive, pero no sabes cómo está lo del furtivismo por esta zona. La suelto y a los cuatro días me la fusilan y me muero de pena; Lua ya no está para defenderse de tanto escopetero como anda suelto y también hay accidentes cada poco con los coches, al cruzar la carretera, y te llegan bichos heridos.
Es sólo una historia, pero el centro de acogida temporal de especies El Soto de Villaseca de Laciana, que permanece abierto por la pasión que le pone Alfonso González, guarda otras muchas historias que te va contando como si hablara de los miembros de su familia, que lo son. “Esta corza se llama Vanessa en honor de una chica de la Universidad que estuvo aquí haciendo prácticas y se volcaba con los animales; el águila culebrera vino desde Lérida, está operada de un ala, le vamos a quitar el hierro y ya la volamos; por ahí tengo una corneja suelta, que siempre regresa”.
La mayoría de los animales que tiene en el centro de acogida llegaron heridos, otros (como los perros que no se le desenredan de entre las piernas) aparecieron un día abandonados en la puerta pues sabe quien los deja allí que Alfonso da cobijo a todo animal indefenso, un cerdo vietnamita fue comprado como mascota imitando a un famoso actor de Hollywood y acabó allí “cuando se les pasó la tontería”, hay águilas, cuervos, harrys, un precioso cárabo...
- A este lo soltaré en primavera, ahora no se puede porque no hay cárabos por la comarca, están en Africa, y moriría.
- ¿Pero los sueltas?
- Claro, yo tengo aquí los pájaros para volarlos, nada más que estén en condiciones de defenderse. Tengo por ahí patos salvajes que vuelven al anochecer porque saben que corren peligro.
También anda enseñando a hablar a un cuervo. “Ya tuve otro que logré que hablara, pero lo llevé a un programa de la televisión y a los pocos días me lo robaron. Es curioso, aquel me lo roban y a los otros que tengo por aquí no los puedo soltar porque me los matan, los cazadores le tienen mucha manía, como los pescadores a las garzas, le meten unas batidas terribles” sigue contando mientras se mueve entre todo tipo de animales, con los que no para de hablar.
18 años en El Soto
Alfonso González es vecino de la comarca y su pasión siempre han sido los animales. “Yo soy de Piedrafita de Babia pero ya hace 18 años que estoy aquí en esta finca de El Soto. Primero era un terreno que yo fui cerrando poco a poco y traía para aquí a todo tipo de animales que encontraba heridos o enfermos, lo que fuera. Después me los iba trayendo la gente, hasta que ya se puso en marcha este centro de acogida temporal de especies”.
Vivió tiempos mejores, es evidente, pero la crisis económica que vive el ayuntamiento de Villablino también ha afectado a estas especies y al centro. “No hay un duro para nada, para la carne para las águilas y poco más, aquí estamos aguantando como podemos. Antes había talleres para críos, venía gente de toda la provincia y de fuera de ella, pero ahora las cosas están muy complicadas, a ver qué pasa”.
Pasa que Alfonso González es incapaz de abandonar a estos bichos, de no recoger otros que encuentre heridos, de no acudir al centro de El Soto e ir recorriendo cada jaula, cada espacio, cada historia, hablando con ellos. “Estos halcones llevan 18 años conmigo”. Se vuelve a abrazar a Lua y le pregunta: “ ¿Quién me quiere más que tú?”.
No hace falta explicar que la cierva parece haberlo entendido todo. Como parece tenerlo todo controlado una enorme lechuza que mira desde el alto de su caseta. “Cuando se hincha es espectacular, se pone enorme, pero es todo aire, la coges y no pesa nada”.
Pasa la cigüeña a toda velocidad. “Es que va a ver al novio, menuda historia que tiene con uno de los perros”.
Nos vamos. Miras atrás y la Lua está recorriendo el camino, mirando cómo se aleja Alfonso.
Las víctimas más inocentes de la crisis del ayuntamiento
Alfonso y su centro de acogida temporal de especies de Villaseca de Laciana en precario
MAURICIO PEÑA
F. Fernández / Villaseca
Alfonso se abraza a Lua —la cierva que le mira como si entendiera todo lo que su amigo comenta,— y dice: “Me muero de pena si me la matan”.
Es evidente que Lua es la niña bonita de este singular lacianiego, el amigo de los animales, ‘el pajarero’ como le dicen coloquialmente en la comarca; pero también resulta evidente que es muy importante Alfonso González para la veterana cierva, que lleva muchos años con él. No hay más que ver cómo le habla, como obedece el animal o reparar en algo que es más que una anécdota.
Justo al lado de la valla que delimita los terrenos de Lua hay un camino ‘grabado’ en el suelo, fruto de haberlo recorrido muchas veces. Y así es. “Es que cuando me ve marchar, cuando le digo adiós, se pasa media hora recorriendo este camino una y otra vez, mirando cómo me alejo”.
- ¿Y no sería mejor soltarla y dejarla libre en el monte?
- Ahora mismo lo haría si supiera que sobrevive, pero no sabes cómo está lo del furtivismo por esta zona. La suelto y a los cuatro días me la fusilan y me muero de pena; Lua ya no está para defenderse de tanto escopetero como anda suelto y también hay accidentes cada poco con los coches, al cruzar la carretera, y te llegan bichos heridos.
Es sólo una historia, pero el centro de acogida temporal de especies El Soto de Villaseca de Laciana, que permanece abierto por la pasión que le pone Alfonso González, guarda otras muchas historias que te va contando como si hablara de los miembros de su familia, que lo son. “Esta corza se llama Vanessa en honor de una chica de la Universidad que estuvo aquí haciendo prácticas y se volcaba con los animales; el águila culebrera vino desde Lérida, está operada de un ala, le vamos a quitar el hierro y ya la volamos; por ahí tengo una corneja suelta, que siempre regresa”.
La mayoría de los animales que tiene en el centro de acogida llegaron heridos, otros (como los perros que no se le desenredan de entre las piernas) aparecieron un día abandonados en la puerta pues sabe quien los deja allí que Alfonso da cobijo a todo animal indefenso, un cerdo vietnamita fue comprado como mascota imitando a un famoso actor de Hollywood y acabó allí “cuando se les pasó la tontería”, hay águilas, cuervos, harrys, un precioso cárabo...
- A este lo soltaré en primavera, ahora no se puede porque no hay cárabos por la comarca, están en Africa, y moriría.
- ¿Pero los sueltas?
- Claro, yo tengo aquí los pájaros para volarlos, nada más que estén en condiciones de defenderse. Tengo por ahí patos salvajes que vuelven al anochecer porque saben que corren peligro.
También anda enseñando a hablar a un cuervo. “Ya tuve otro que logré que hablara, pero lo llevé a un programa de la televisión y a los pocos días me lo robaron. Es curioso, aquel me lo roban y a los otros que tengo por aquí no los puedo soltar porque me los matan, los cazadores le tienen mucha manía, como los pescadores a las garzas, le meten unas batidas terribles” sigue contando mientras se mueve entre todo tipo de animales, con los que no para de hablar.
18 años en El Soto
Alfonso González es vecino de la comarca y su pasión siempre han sido los animales. “Yo soy de Piedrafita de Babia pero ya hace 18 años que estoy aquí en esta finca de El Soto. Primero era un terreno que yo fui cerrando poco a poco y traía para aquí a todo tipo de animales que encontraba heridos o enfermos, lo que fuera. Después me los iba trayendo la gente, hasta que ya se puso en marcha este centro de acogida temporal de especies”.
Vivió tiempos mejores, es evidente, pero la crisis económica que vive el ayuntamiento de Villablino también ha afectado a estas especies y al centro. “No hay un duro para nada, para la carne para las águilas y poco más, aquí estamos aguantando como podemos. Antes había talleres para críos, venía gente de toda la provincia y de fuera de ella, pero ahora las cosas están muy complicadas, a ver qué pasa”.
Pasa que Alfonso González es incapaz de abandonar a estos bichos, de no recoger otros que encuentre heridos, de no acudir al centro de El Soto e ir recorriendo cada jaula, cada espacio, cada historia, hablando con ellos. “Estos halcones llevan 18 años conmigo”. Se vuelve a abrazar a Lua y le pregunta: “ ¿Quién me quiere más que tú?”.
No hace falta explicar que la cierva parece haberlo entendido todo. Como parece tenerlo todo controlado una enorme lechuza que mira desde el alto de su caseta. “Cuando se hincha es espectacular, se pone enorme, pero es todo aire, la coges y no pesa nada”.
Pasa la cigüeña a toda velocidad. “Es que va a ver al novio, menuda historia que tiene con uno de los perros”.
Nos vamos. Miras atrás y la Lua está recorriendo el camino, mirando cómo se aleja Alfonso.