En cierta ocasión, llegó a oídos del físico neozelandés Ernest Rutherford (1871-1937) que unos de los estudiantes de su laboratorio era un trabajador incansable. Una tarde, Rutherford se dirigió al alumno aplicado y le preguntó:
- ¿También trabajas por las mañanas?
-Sí señor- respondió todo ilusionado.
- ¿Pero entonces cuándo piensas?- espetó el profesor.
- ¿También trabajas por las mañanas?
-Sí señor- respondió todo ilusionado.
- ¿Pero entonces cuándo piensas?- espetó el profesor.