
En los días estivales
de las tierras españolas
florecen las amapolas
entre los rubios trigales.
¡Oro y sangre! Unidos van
en la campera jocunda;
es la sangre que fecunda
el oro de nuestro pan.
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de las tierras españolas
florecen las amapolas
entre los rubios trigales.
¡Oro y sangre! Unidos van
en la campera jocunda;
es la sangre que fecunda
el oro de nuestro pan.
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Precioso poema. Tenía yo cinco años, 1959, cuando tuve la ocasión de recitarlo (de memoria, claro) en una emisora de una radio local de un pueblo de Alicante (Benisa). Recuerdo que me premiaron con un bolígrafo. Lo aprendí en el colegio. Entonces se inculcaba el respeto a los símbolos patrios que nos identifican y el orgullo de ser Lástima que se haya perdido esa enseñanza; por cierto, eso sólo pasa aquí. En cualquier otro país, se enseña a amar y respetar
sus símbolos y a enorgullecerse de su ... (ver texto completo)
sus símbolos y a enorgullecerse de su ... (ver texto completo)