Efectivamente... una noche de diciembre... con una nevada espantosa... llamó a la puerta un viejito.
Lucio y Salvadora lo contemplaron tan débil que inmediatamente le pusieron un buen plato de sopa y unas chuletas de cordero.
El hombre disfrutaba lo suyo y agradecidísimo antes de irse dejó un estetoscopio.
Lucio y Salvadora lo contemplaron tan débil que inmediatamente le pusieron un buen plato de sopa y unas chuletas de cordero.
El hombre disfrutaba lo suyo y agradecidísimo antes de irse dejó un estetoscopio.