Era un domingo de ramos a la salida de mi-sa
Y diban las tres hermanas juntas a la calle arriba.
Una diba de lo verde y otra de lo verde diba
Y otra de lo azul morado, preso me tiene la vida.
Diba el sargento Gutiérrez, también va el cabo García.
--¿Cuála de las tres que van a ti más te gustaría?
--A mí la de azul morado me tiene preso la vida.
Esta noche, caballero, me ayudarás a rendirla.
--Esta noche sí, por cierto, antes que sea de día.--
Eso de la media noche, cuando a la su puerta pican,
Principiaron a llamar, y la maire a abrir salía.
--Pues a usted no la llamamos, que llamamos a su hija.
--La hija no está en casa, que está en casa de una tía.--
El demonio del sargento, aunque el diablo se lo diga,
No hizo caso de la madre y fue a la cama de la niña.
--Déjenme, señores, dejen, déjenme vestir camisa,
Que la que tengo en mi cuerpo de sangre ya va teñida.
--¿Para qué quiere, la perla, para qué quiere, la niña,
Para qué quiere, la flor, para qué quiere camisa?
Teniendo yo aquí mi capa en ella te envolvería.--
Ya la coge entre los brazos y con ella se encamina,
Y la pobre de la madre desta manera decía:
--Mira por la honra, hija, aunque te cueste la vida.
--Mira por la suya, madre, la mía ya va perdida.--
Ya la sacan siete leguas, donde población no había,
Ya se gozaban los dos, ¡qué compasión allí habría!
Uno dice: --Muera, muera--, y otro dice: --Viva, viva,
Es compasión que se pierda esta carita tan linda--.
Ya le sacan un puñal y en el pecho se lo cincan;
Ya le cortan la cabeza y a su madre se la ínvian
Diciendo: "Toma, demonio, la honra de la tu hija".
--¡Ay, mi hija de mi alma!, ¿yo para qué te criaría?--
Comenzó a hablar la cabeza como si estuviese viva:
--Calle, la mi madre, calle, no tenga pena ninguna,
Que mi alma está en el cielo, por la suya pediría;
La del sargento y el cabo en el infierno arderían.--.
Y diban las tres hermanas juntas a la calle arriba.
Una diba de lo verde y otra de lo verde diba
Y otra de lo azul morado, preso me tiene la vida.
Diba el sargento Gutiérrez, también va el cabo García.
--¿Cuála de las tres que van a ti más te gustaría?
--A mí la de azul morado me tiene preso la vida.
Esta noche, caballero, me ayudarás a rendirla.
--Esta noche sí, por cierto, antes que sea de día.--
Eso de la media noche, cuando a la su puerta pican,
Principiaron a llamar, y la maire a abrir salía.
--Pues a usted no la llamamos, que llamamos a su hija.
--La hija no está en casa, que está en casa de una tía.--
El demonio del sargento, aunque el diablo se lo diga,
No hizo caso de la madre y fue a la cama de la niña.
--Déjenme, señores, dejen, déjenme vestir camisa,
Que la que tengo en mi cuerpo de sangre ya va teñida.
--¿Para qué quiere, la perla, para qué quiere, la niña,
Para qué quiere, la flor, para qué quiere camisa?
Teniendo yo aquí mi capa en ella te envolvería.--
Ya la coge entre los brazos y con ella se encamina,
Y la pobre de la madre desta manera decía:
--Mira por la honra, hija, aunque te cueste la vida.
--Mira por la suya, madre, la mía ya va perdida.--
Ya la sacan siete leguas, donde población no había,
Ya se gozaban los dos, ¡qué compasión allí habría!
Uno dice: --Muera, muera--, y otro dice: --Viva, viva,
Es compasión que se pierda esta carita tan linda--.
Ya le sacan un puñal y en el pecho se lo cincan;
Ya le cortan la cabeza y a su madre se la ínvian
Diciendo: "Toma, demonio, la honra de la tu hija".
--¡Ay, mi hija de mi alma!, ¿yo para qué te criaría?--
Comenzó a hablar la cabeza como si estuviese viva:
--Calle, la mi madre, calle, no tenga pena ninguna,
Que mi alma está en el cielo, por la suya pediría;
La del sargento y el cabo en el infierno arderían.--.