Mi abuelo Pedro y mi tio Conrado son de Yeres, son hijos de Pedro Fraga y Mercedes Cuadrado.
Mi abuelo Pedro y mi tío Conrado se reían mucho contando una historia parecida al cuento de "Juan y el lobo", donde por mentiroso, el lobo al final le comió todas sus ovejas. Había una vez un señor vecino de Yeres, que vivía en el barrio de los Corrales, se llamaba Alfredo "el Melero" porque tenía muchas colmenas de abejas con rica miel. Un día fue a la fuente de la Carrua para meter agua en sus tierras, cuando estaba enfrente de una gran piedra de cerca de 200Kg en la pared de la huerta, vió que había otra más pequeña impidiendo la salida del aguaa, el tio Melero la quitó, como si de un corcho se tratara, y cual fue su sorpresa cuando comenzó a salir toda el agua, pero una preciosidad de agua con brillos amarillos, un agua con pepitas de oro deslizándose por la ladera de la montaña. Asustado ante tal maravilla, gritaba a un vecino..."! Tio Julián, tio Julián, veña aquí que hay un a ver....!,."! Tio Julián, tio Julián, veña aquí que hay un a ver!". El tio Julián le respondió:"! Carallo, que mentiroso, que trolero...!".
La piedra pequeña que había quitado había sido trabajada, se supone por algún esclavo de los romanos, haciendo de ella un pequeño cuenco donde escondió el reluciente oro y no se sabe porque razón no volvió a por ella, ni el esclavo, ni el tio Alfredo, el Melero, se hicieron con el tesoro.
Y.... COLORÍN, COLORADO, ÉSTE CUENTO SE HA ACABADO.
Mi abuelo Pedro y mi tío Conrado se reían mucho contando una historia parecida al cuento de "Juan y el lobo", donde por mentiroso, el lobo al final le comió todas sus ovejas. Había una vez un señor vecino de Yeres, que vivía en el barrio de los Corrales, se llamaba Alfredo "el Melero" porque tenía muchas colmenas de abejas con rica miel. Un día fue a la fuente de la Carrua para meter agua en sus tierras, cuando estaba enfrente de una gran piedra de cerca de 200Kg en la pared de la huerta, vió que había otra más pequeña impidiendo la salida del aguaa, el tio Melero la quitó, como si de un corcho se tratara, y cual fue su sorpresa cuando comenzó a salir toda el agua, pero una preciosidad de agua con brillos amarillos, un agua con pepitas de oro deslizándose por la ladera de la montaña. Asustado ante tal maravilla, gritaba a un vecino..."! Tio Julián, tio Julián, veña aquí que hay un a ver....!,."! Tio Julián, tio Julián, veña aquí que hay un a ver!". El tio Julián le respondió:"! Carallo, que mentiroso, que trolero...!".
La piedra pequeña que había quitado había sido trabajada, se supone por algún esclavo de los romanos, haciendo de ella un pequeño cuenco donde escondió el reluciente oro y no se sabe porque razón no volvió a por ella, ni el esclavo, ni el tio Alfredo, el Melero, se hicieron con el tesoro.
Y.... COLORÍN, COLORADO, ÉSTE CUENTO SE HA ACABADO.