Siempre derrochando alegria, humor y buenas maneras, incluso en sus últimos dias. Esposa ejemplar, madre amantísima de su única hija, hermana entrañable y
amiga de sus
amigos como pocos, llevando a su ciudad galletera por donde quiera que pasaba. No en vano nacio, vivió y llegó al
cielo impregnada de olor a vainilla.