Y, como algo sublime, bucólico, recuerdo aquellos atardeceres del final del verano, cuando, al anochecer se oia el creciente rumor del rebaño de ovejas que tornaba a sus rediles, hasta concretamente, al atravesar el puente, en un mar de cabezas envuelto en gran polvareda, de donde surgia el sonido de esquilas y balidos.
Nada que ver con esta preciosa foto invernal de un rio "domesticado" a su paso por la villa. Seguro que ya no habrá ovejas.
Nada que ver con esta preciosa foto invernal de un rio "domesticado" a su paso por la villa. Seguro que ya no habrá ovejas.