Hoy hace esactamente ocho dias que falleció en esta noble e historica Villa Galletera mi querida tia ARACELI. Por supuesto que no falté a su funeral, y en unión de toda mi familia la dimos el último adios.
Desde esta página, para ella desconocida, quiero dejar su nombre y el homenaje hecho poesía que nos regala ANTONIO ESCUDERO. Por que ella era humilde, sencilla, una gran persona. Uno de esos seres extraordinarios, que a veces, muy pocas veces, tienes la fortuna de encontrar en el camino de la vida.
Sin conocerles, ANTONIO ESCUDERO, has sabido componer una poesia a su medida. ¡Grcias chaval!.
"Para mi tia ARACELI y su esposo BENITO". (Los dos reposan juntitos en el cementerio de AGUILAR).
Solo con verles sus caras
No hacía falta preguntar
Toda una vida luchando
Por tener un trozo pan
A la puerta de su casa
Se sentaban por la noche
Unas veces en sillas viejas
Otras veces en el porche
Al ocaso de sus vidas
Con sus caras arrugadas
Reflejando las miserias
En esta vida, pasadas
Sin pronunciar una palabra
Y mirando sus semblantes
Contaron la historia viva
Con su robustos talantes
Se conocían de pequeño
Uno guardando marranos
La otra sirviendo en la casa
Con aquellas frágil manos
A la escuela nunca fueron
Por los campos trabajando
Fueron hombres, siendo niños
Por la vida, caminando
Con el viento, el agua y sol
Lucharon a vida o muerte
Fueron ganando batallas
Que apuntaban en sus frentes
Duro y difícil el vivir
Para el pobre jornalero
Mientras el rico, a su antojo
Los señala con sus dedos
Sentados en una plazuela
Mientras el Señor venía
Para llevarse unos cuantos
Los que más les convenía
Cuatro garbanzos bailando
La patata y el tocino
Un chusco de pan, ya duro
Era un cocido divino
Tres sillas y dos taburetes
Paja en colchón y almohada
Una mantilla de trapos
Y mesa destartalada
Con la cazuela de barro
Un cuchillo de cortar
Y dos pares de cubiertos
Los avíos para cenar
Y criaron a sus hijos
Y les dieron de comer
Quitándola de sus bocas
Pues querían verlos crecer
A pesar del sufrimiento
Aguantado con paciencia
Fueron dejando alegría
A toda su descendencia
Nos enseñaron lecciones
Que debemos de guardar
Que en la vida, no se sabe
Lo que nos pueda pasar
A. E. I.
Desde esta página, para ella desconocida, quiero dejar su nombre y el homenaje hecho poesía que nos regala ANTONIO ESCUDERO. Por que ella era humilde, sencilla, una gran persona. Uno de esos seres extraordinarios, que a veces, muy pocas veces, tienes la fortuna de encontrar en el camino de la vida.
Sin conocerles, ANTONIO ESCUDERO, has sabido componer una poesia a su medida. ¡Grcias chaval!.
"Para mi tia ARACELI y su esposo BENITO". (Los dos reposan juntitos en el cementerio de AGUILAR).
Solo con verles sus caras
No hacía falta preguntar
Toda una vida luchando
Por tener un trozo pan
A la puerta de su casa
Se sentaban por la noche
Unas veces en sillas viejas
Otras veces en el porche
Al ocaso de sus vidas
Con sus caras arrugadas
Reflejando las miserias
En esta vida, pasadas
Sin pronunciar una palabra
Y mirando sus semblantes
Contaron la historia viva
Con su robustos talantes
Se conocían de pequeño
Uno guardando marranos
La otra sirviendo en la casa
Con aquellas frágil manos
A la escuela nunca fueron
Por los campos trabajando
Fueron hombres, siendo niños
Por la vida, caminando
Con el viento, el agua y sol
Lucharon a vida o muerte
Fueron ganando batallas
Que apuntaban en sus frentes
Duro y difícil el vivir
Para el pobre jornalero
Mientras el rico, a su antojo
Los señala con sus dedos
Sentados en una plazuela
Mientras el Señor venía
Para llevarse unos cuantos
Los que más les convenía
Cuatro garbanzos bailando
La patata y el tocino
Un chusco de pan, ya duro
Era un cocido divino
Tres sillas y dos taburetes
Paja en colchón y almohada
Una mantilla de trapos
Y mesa destartalada
Con la cazuela de barro
Un cuchillo de cortar
Y dos pares de cubiertos
Los avíos para cenar
Y criaron a sus hijos
Y les dieron de comer
Quitándola de sus bocas
Pues querían verlos crecer
A pesar del sufrimiento
Aguantado con paciencia
Fueron dejando alegría
A toda su descendencia
Nos enseñaron lecciones
Que debemos de guardar
Que en la vida, no se sabe
Lo que nos pueda pasar
A. E. I.