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AGUILAR DE CAMPOO: Claudicación final....

Claudicación final.

Sin embargo, a su juicio, el resultado “no fue del todo positivo”. “Creo que al final cambiaron churras por merinas. Nosotros queríamos que la fábrica no se moviera de Aguilar y que no se perdieran empleos. Ése fue el momento en el que claudicamos”, lamenta. Según él, las cosas se podrían haber hecho de otra manera “para que la marca Fontaneda no se hubiera ido de aquí, aunque el apoyo de la gente fue muy importante”, reconoce.

Pese a todo, casi diez años después del inicio del conflicto, la galleta sigue siendo uno de los distintivos de la localidad y la base de su economía. Y aunque nunca llueve a gusto de todos, lo cierto es que la lucha y la unión de sus habitantes hizo posible que el pueblo no muriera con Fontaneda. Es más, después de aquello y el, desgaste que supuso muchos habitantes sostienen que incluso fue un revulsivo económico para la zona.

José Luis Nájera, presidente de la Asociación de Empresarios de Aguilar y portavoz de la coordinadora que medió entre todos los agentes sociales y políticos desde el anuncio de cierre de Fontaneda, considera que “dentro del problema que supuso el hecho de que se iba algo que era de aquí desde siempre, la población supo agarrarse de la mano y salir adelante con el corazón”. Asegura que “mirándolo con vista de pájaro” el balance final fue “positivo”, pues Aguilar es hoy uno de los pueblos más fuertes desde el punto de vista económico de la provincia y con menor índice de paro.

Nájera recuerda el conflicto como “algo muy especial”, porque “el pueblo se unió y todos sus habitantes colaboraron para evitar que la empresa se marchase. Desde los niños hasta la gente mayor, todos se volcaron para luchar no sólo por el cierre de una fábrica, sino para evitar que se despoblase una amplia comarca y luchar por el futuro de la gente más joven”.