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AGUILAR DE CAMPOO: Sensibilidad infantil....

Sensibilidad infantil.

Los niños realizaron exposiciones y dibujos en los colegios sobre el tema, se hicieron actuaciones y festivales musicales, se grabó incluso un CD de música, se mantuvieron reuniones en las principales ciudades del país, y se logró el apoyo total de los medios de comunicación. Todo con un único objetivo: salvar del hundimiento a una zona que sin Fontaneda no era nada. “Para Aguilar era un golpe muy duro perder la industria, pero el buen hacer y la solidaridad surgida dentro y fuera de la villa lo impidieron. Era importante hacer ver a las administraciones que no es necesario centralizarlo todo en las grandes ciudades, que hay que luchar por el mantenimiento del medio rural”, explica.

El ex alcalde Javier Salido también cree que, pese a que se sufrió “una catarsis muy dolorosa”, a la larga “ha sido beneficiosa para el pueblo”. “La villa tiene ahora cierto aire de prosperidad y está menos afectada por la crisis que otras zonas de la región”, añade. Sin embargo, reconoce que la situación que le tocó afrontar fue, cuando menos, complicada. “Para mí fue muy agobiante, apenas dormía, los medios me llamaban desde las seis de la mañana y hubo incluso quien me culpó de lo sucedido. Creen que no tienes alma, y eso te duele, pero nunca he visto al pueblo tan unido como entonces”, asegura.

Tras meses de lucha e incertidumbre, en noviembre de 2002 Siro adquirió a United Biscuits -la multinacional que gestionaba Fontaneda- todas sus instalaciones fabriles ubicadas en el centro de Aguilar. En enero de 2003 se retomó durante un tiempo la producción de la popular galleta ‘María’ tras un acuerdo con UB en lo que desde ese día paso a denominarse ‘Horno de Galletas Aguilar’. Apenas una veintena de trabajadores aceptó su traslado a las otras fábricas y se logró mantener la totalidad de los empleos e incluso Siro ha creado aún más.

“Yo vaticiné que Aguilar resurgiría de sus cenizas como el Ave Fénix y así ha sido”, comenta el antiguo regidor. Hoy sigue siendo el pueblo de las galletas y sus calles continúan teniendo el aroma avainillado tan característico que, sin embargo, a muchos de sus habitantes no les gusta en invierno porque “cuando huele más a galleta es que el aire viene de Reinosa y aquí hace un frío que pela”, bromea.