CHARO, vamos a ver, si algunos dirigentes, se enteran, que la cultura, también es un negocio y puede y debe crear puestos de trabajo. ¿Donde van a parar nuestros impuestos? Esos que pagamos con nuestra sangre, pues no la están sacando y quitando, nuestro pellejo, a tirar. Un pueblo que tiene cultura, sabe elegir, quizas sea por eso, por lo que la educación no interesa, a más de uno.
Un abrazo, que ya hacia algunos días que no pasaba por aquí. Os dejo estas letrillas.
EL HUMILDE CAMPESINO
Nunca eran más de las cinco
Y antes de hacer el café
Se pasaba por la cuadra
Echándoles de comer
Los mulos eran lo primero
Cuando se iba a trabajar
Siempre bien alimentados
Y bien repleto el pajar
Después de hacer su tostada
Al calor la chimenea
Toca aparejar las bestias
Y quitarles las maneas
Los lomillos, los ropones
La cincha para apretar
La enjalma la sobrejalma
El cabestro y el morral
En inviernos con la canga
El serón, olla y dornajo
La vertedera de hierro
Y derechos para el tajo
Los caminos encharcaos
Y la lluvia pertinaz
Capote y manta de trapos
Y a labrar el encinar
Vaciando las esterqueras
Estiércol del olivar
Aceitunas apañadas
La azada para cavar
Que sacrificado era
El trabajo campesino
En el verano, la era
En invierno los cochinos
El apañar de bellotas
Y de la higuera, los higos
Las aceitunas heladas
Y temblando hasta el ombligo
Su cara, quemada al fuego
-Siempre con una sonrisa-
De la candela, del sol
Del rocío ó helada brisa
Con su trabajo diario
Le iba dando de comer
A su mujer y a sus hijos
Y al vecino alguna vez
A. E. I.
Un abrazo, que ya hacia algunos días que no pasaba por aquí. Os dejo estas letrillas.
EL HUMILDE CAMPESINO
Nunca eran más de las cinco
Y antes de hacer el café
Se pasaba por la cuadra
Echándoles de comer
Los mulos eran lo primero
Cuando se iba a trabajar
Siempre bien alimentados
Y bien repleto el pajar
Después de hacer su tostada
Al calor la chimenea
Toca aparejar las bestias
Y quitarles las maneas
Los lomillos, los ropones
La cincha para apretar
La enjalma la sobrejalma
El cabestro y el morral
En inviernos con la canga
El serón, olla y dornajo
La vertedera de hierro
Y derechos para el tajo
Los caminos encharcaos
Y la lluvia pertinaz
Capote y manta de trapos
Y a labrar el encinar
Vaciando las esterqueras
Estiércol del olivar
Aceitunas apañadas
La azada para cavar
Que sacrificado era
El trabajo campesino
En el verano, la era
En invierno los cochinos
El apañar de bellotas
Y de la higuera, los higos
Las aceitunas heladas
Y temblando hasta el ombligo
Su cara, quemada al fuego
-Siempre con una sonrisa-
De la candela, del sol
Del rocío ó helada brisa
Con su trabajo diario
Le iba dando de comer
A su mujer y a sus hijos
Y al vecino alguna vez
A. E. I.