“Porque era suyo”
Me vienen a la mente con nostalgia, las horas muertas en compañía de "La Jhonny".
Alguien había pintado ese nombre en el costado de aquella vieja locomotora de vapor que dormía el "sueño de los justos" en el cocherón.
Subía con veneración las herrumbrosas escalerillas y me colaba en la cabina del maquinista e imaginaba que aquel monstruo de hierro se ponía en marcha.
Abría la portezuela de la caldera y la llenaba de imaginarias paladas de carbón.
Tiraba con fuerza de la palanca que creía corresponder al freno..., y La Jhonny frenaba.
Había una llave horizontal que servía en mi imaginación, para aliviar el vapor de la caldera y una cadena colgando del techo que cuando tiraba de ella sacaba de nuestra simbiosis el sonido del silbato.
La mayor emoción llegaba cuando forzosamente tenía que salir de la cabina y recorrer la pasarela lateral, para llegar al morro de la máquina y salvarla_me de un seguro descarrilamiento.
Si la Jhonny siguiera durmiendo en el cocherón, no habría cerrojo que impidiera caerme dentro "sin querer, eso si" y seguir soñando como antaño, a pesar de la edad de amb@s dos.
(El día que se revele mi identidad, no voy a saber donde meterme).
En fin... ¡Que me quiten lo bailao!
Me vienen a la mente con nostalgia, las horas muertas en compañía de "La Jhonny".
Alguien había pintado ese nombre en el costado de aquella vieja locomotora de vapor que dormía el "sueño de los justos" en el cocherón.
Subía con veneración las herrumbrosas escalerillas y me colaba en la cabina del maquinista e imaginaba que aquel monstruo de hierro se ponía en marcha.
Abría la portezuela de la caldera y la llenaba de imaginarias paladas de carbón.
Tiraba con fuerza de la palanca que creía corresponder al freno..., y La Jhonny frenaba.
Había una llave horizontal que servía en mi imaginación, para aliviar el vapor de la caldera y una cadena colgando del techo que cuando tiraba de ella sacaba de nuestra simbiosis el sonido del silbato.
La mayor emoción llegaba cuando forzosamente tenía que salir de la cabina y recorrer la pasarela lateral, para llegar al morro de la máquina y salvarla_me de un seguro descarrilamiento.
Si la Jhonny siguiera durmiendo en el cocherón, no habría cerrojo que impidiera caerme dentro "sin querer, eso si" y seguir soñando como antaño, a pesar de la edad de amb@s dos.
(El día que se revele mi identidad, no voy a saber donde meterme).
En fin... ¡Que me quiten lo bailao!