Raúl, al hilo de lo que comentas del teléfono en Alar, recuerdo la centralita que regentaba la señora Resu al lado de la tienda de bicicletas de Vatierra.
Si recibías una conferencia, te daban el aviso en casa para estar en la centralita a la hora prevista.
Sonaba el timbre, se manipulaban las clavijas y a continuación te indicaban que podías pasar a la cabina.
Por supuesto la conversación nunca era privada, la sensación era lo mas parecido a estar en un confesionario.
Un saludo.
Si recibías una conferencia, te daban el aviso en casa para estar en la centralita a la hora prevista.
Sonaba el timbre, se manipulaban las clavijas y a continuación te indicaban que podías pasar a la cabina.
Por supuesto la conversación nunca era privada, la sensación era lo mas parecido a estar en un confesionario.
Un saludo.