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Adiós, chopos, adiós para siempre. Habéis corrido la misma suerte que vuestros antepasados, los chopos de la generación de los años cuarenta/cincuenta, vuestros abuelos, nacidos como vosotros en la misma chopera, la de El Soto, donde os desarrollasteis y crecisteis hasta casi tocar el Cielo. Unos y otros habéis sido talados y deshojados sin piedad por la ignorancia y avaricia de los hombres, quienes, por medio de un mecanismo dotado de férreos y afilados dientes al que nosotros los humanos llamamos sierra, os hemos convertido en madera muerta, sin ni siquiera preguntaros vuestras preferencias por ser destinados a mesas, sillas, armarios o camas donde soñar, con la diferencia de que los restos mutilados de vuestros cuerpos fueron trocados por euros, y los de vuestros antepasados por las humildes pesetas.
Adiós, chopos, adiós para siempre. Ya no podéis ser mi refugio contra los implacables rayos del Sol en las plácidas tardes de verano en la Chopera, ni testigos de mis incipientes amoríos en mi juventud, como lo fueron también en otros tiempos vuestros antepasados.
Adiós para siempre
Adiós, chopos, adiós para siempre. Ya no podéis ser mi refugio contra los implacables rayos del Sol en las plácidas tardes de verano en la Chopera, ni testigos de mis incipientes amoríos en mi juventud, como lo fueron también en otros tiempos vuestros antepasados.
Adiós para siempre
