¡Qué tiempos aquéllos en Areños!.
Los inviernos durísimos; los veranos te asabas de calor. Lo más bonito: La primavera.
Y que vamos a decir del trabajo en las minas de carbón.
Algunos mineros ya he visto yo chamuscados. Nos llevaban a velar los cadáveres
cuando se mataban en las minas. Allí no faltaba nadie; les ponían en una casa
y todo el pueblo a llorarles con un gran respeto y cariño. Eso no se
olvida nunca.