Uno de los
pueblos de la
montaña palentina más bonitos paisajísticamente hablando. Rodeado de
montañas, lucha por subsistir a un pasado glorioso labrado en las entrañas de la tierra a la que sus pobladores arrancaban son sudor y sangre el rico carbón que alimentó en su día los
trenes de vapor de la Compañía del Norte.
Hoy, reducido a la cuarta o quinta parte de sus habitantes, sigue soñando con recuperar el auge y la prosperidad que en su día tuvo y que revive en el bullir de sus hijos, hoy en la
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