Un busto en homenaje al hijo ilustre, el padre Anselmo Polanco.
El padre Anselmo Polanco Fontecha es el personaje ilustre más destacado de Buenavista de Valdavia, que hace años le dedicó un busto y monumento en una de las plazas de la localidad como homenaje y reconocimiento a su trayectoria religiosa.
Nacido en el seno de una familia humilde dedicada a la gricultura y la ganadeía, Anselmo se despide con quince años del dimicilio de sus padres, Basilio y Angela, para ingresar en el colegio de Filipinos de Valladolid. Allí, años mas tarde, toma el hábito de San Agustín en el Real Colegio Seminario.
Tras superar una grave enfermedad, hace su profesión solenne en 1890 y en las navidades de 1904 el padre Polanco canta su primera misa. Posteriormente, su vida es una plena dedicación al estudio y la docencia, pues viaja a Alemania, Filipinas, Hispanoamérica y Estados Unidos, donde perfecciona su formación hasta alcanzar en 1921 el máximo grado de su orden: maestro en Sagrada Teología.
Su trayectoria religiosa sigue adelante de manera exitosa y se completa en 1935, antes de estallar la guerra civil, cuando la Santa Sede le comunica que ha sido nombrado obispo de Teruel-Albarracín. En la nueva diócesis, se distinguió por su celo pastoral, su naturalidad y sencillez.
De hecho, durante la contienda, no dejó de visitar a los numerosos heridos.
Cuando Teruel fue asediada, el prelado fue hecho prisionero para sufrir toda clase de vejaciones y desprecio, tanto en Valencia como en Barcelona.
En 1939, esposado, fue obligado a caminar por riscos montañosos, hasta Pont de Molins, en Gerona, donde fue asesinado.
La trayectoria de aquel joven que salió de Buenavista fue reconocida cuando el Papa Juan Pablo II LO BEATIFICÓ EN 1995.
El padre Anselmo Polanco Fontecha es el personaje ilustre más destacado de Buenavista de Valdavia, que hace años le dedicó un busto y monumento en una de las plazas de la localidad como homenaje y reconocimiento a su trayectoria religiosa.
Nacido en el seno de una familia humilde dedicada a la gricultura y la ganadeía, Anselmo se despide con quince años del dimicilio de sus padres, Basilio y Angela, para ingresar en el colegio de Filipinos de Valladolid. Allí, años mas tarde, toma el hábito de San Agustín en el Real Colegio Seminario.
Tras superar una grave enfermedad, hace su profesión solenne en 1890 y en las navidades de 1904 el padre Polanco canta su primera misa. Posteriormente, su vida es una plena dedicación al estudio y la docencia, pues viaja a Alemania, Filipinas, Hispanoamérica y Estados Unidos, donde perfecciona su formación hasta alcanzar en 1921 el máximo grado de su orden: maestro en Sagrada Teología.
Su trayectoria religiosa sigue adelante de manera exitosa y se completa en 1935, antes de estallar la guerra civil, cuando la Santa Sede le comunica que ha sido nombrado obispo de Teruel-Albarracín. En la nueva diócesis, se distinguió por su celo pastoral, su naturalidad y sencillez.
De hecho, durante la contienda, no dejó de visitar a los numerosos heridos.
Cuando Teruel fue asediada, el prelado fue hecho prisionero para sufrir toda clase de vejaciones y desprecio, tanto en Valencia como en Barcelona.
En 1939, esposado, fue obligado a caminar por riscos montañosos, hasta Pont de Molins, en Gerona, donde fue asesinado.
La trayectoria de aquel joven que salió de Buenavista fue reconocida cuando el Papa Juan Pablo II LO BEATIFICÓ EN 1995.