Tras peregrinar a los
Santos lugares, y a
su pesar, fue oredenado sacerdote por el Obispo, y tras
la muerte de éste, le sudedió. En el año 325 participó en
el Concilio de Nicea, donde se condenó la herejía arriana.
En su diócesis tomó medidas contra el paganismo
reinante e intentó vivir y hacer vivir al clero honestamente,
defendiwendo a los más pobres. Su fama de justo
se extendió a raíz de salvar a tres inocentes que habían
sido condenados por el gobernador Eustacio, después
de haber sido
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