El señor Benjamín no le dirigió esta vez su habitual
mirada de reproche. Tomaban la sopa en silencio,
separados por los dos metros de la mesa, la distancia
más corta que él hubiera querido permitirse jamás,
sobre todo en publico.
mirada de reproche. Tomaban la sopa en silencio,
separados por los dos metros de la mesa, la distancia
más corta que él hubiera querido permitirse jamás,
sobre todo en publico.